3.16.2020



EN EL ACUARIO
Ismael León Almeida


Bajo el título “Vida tras el cristal”, este artículo fue enviado como respuesta  al Gran Concurso Acuario Baconao (Santiago de Cuba, 1989), sobre la importancia socio-cultural-recreativa que representa para la población la construcción de un acuario. Fue el trabajo ganador; nunca realizamos la visita que era el premio.

Ningún estudioso, por muy imaginativo o profundamente analítico que fuese, intentaría hoy adivinar en cual de las tempranas edades de la humanidad tuvo el hombre la primera noción del mundo de las aguas, al margen de la urgente necesidad de conseguir alimento con el cual suplir las energías perdidas en la lucha por sobrevivir frente a la naturaleza.
            Todo lo más, los cronistas incluyen algunos pocos en el inventario de todo tipo de animales que adicionaban a sus lujos las clases pudientes de la antigüedad griega y romana, y se mencionan carpas y morenas criadas en grandes viveros, y en “fuentes de piedra tallada con  pomposos surtidores” (1).
            La historia acertó a recoger la aparición de unos pacíficos peces rojos hacia el año 930 de nuestra era, cuando un pescador capturó uno de aquellos cerca de la ciudad china de Thang-Su, el que ni siquiera era de ese color, sino verde-marrón, pues los verdaderos peces rojos aparecen en Japón 550 años más tarde, y desde entonces continúan criándolos allí.
            Aquellas joyas vivientes llegarían en 1750 a los salones de madame de Pompadour, en la francesa corte de Luis XV, universalmente de esta forma el valor estético de un serio pasatiempo que sólo a la llegada de la electricidad, a inicio de este siglo, comienza a desarrollarse verdaderamente como Acuarofilia.
            En los años treinta los arquitectos y decoradores utilizan el acuario como elemento decorativo, y en la mayoría de los grandes cafés por ellos construidos las plantas verdes ceden su puesto de honor a los acuarios, refiere la presentación a la edición cubana del libro de Henri Favré, El Acuario.
            Pero la evolución expuesta no demuestra otra cosa sino que el placer por los elegantes movimientos, vivos colores y atractivas formas de los silenciosos habitantes de las aguas fue asimilado al paso de las diversas formaciones socioeconómicas, con los adelantos científicos correspondientes a cada época.
            De retorno a nuestra tesis inicial, tal vez sólo un artista sería capaz de representarse la sobrecogedora fascinación del hombre que por vez primera enfrenta la singular experiencia estética del pez visto en su elemento, vivo y vital, como un secreto guardado por milenios de desarrollo biológico, únicamente para ser disfrutado por quienes aman la naturaleza.
            Posiblemente en tal sensación radica la tan popularizada cualidad tranquilizante que justamente se atribuye a la cría de peces ornamentales.  Pero más adentro de tan sereno entretenimiento, todo un universo de conocimientos ha pasado al dominio del hombre, contribuyendo a hacer más racional la relación de los seres humanos  con esa parte del mundo que representa las tres cuartas partes del planeta; las aguas.


EL ACUARIO EN CUBA

Vivir de espaldas al mar constituye un viejo reproche a los cubanos que dejó de tener razón cuando hace tres décadas triunfó la revolución.  El papel económico que estaba llamado a desempeñar la pesca –una realidad al cabo de 30 años- traería como consecuencia inevitable la necesidad de transformar la investigación de los recursos marítimos y fluviales en una tarea cotidiana.
Tres meses tenía el pueblo en el poder cuando en una residencia del exclusivo barrio de Miramar, levantada sobre el litoral y dando el frente a la avenida Primera y calle 66, se instaló por primera vez en Cuba un acuario con fines investigativos.
Cuenta Darío Guitart, actual director de la institución, que desde las primeras semanas el público tocaba a la puerta para disfrutar de la maravilla de aquel mundo del que casi todos sólo conocían la superficie, en las cálidas noches del Malecón habanero, o lo que de cuando en cuando y más bien de mala gana degustaban en la mesa.
Trece años más tarde se abre definitivamente a las visitas de la población el Acuario Nacional de Cuba, que sin abandonar sus fines científicos para el próximo quinquenio habrá multiplicado 14 veces su superficie original, para alcanzar las ocho hectáreas, como resultado del proceso inversionista que se lleva a cabo en el lugar.
En un país donde antes de 1959 sólo se habían conocido pequeños acuarios para fines comerciales, el centro creado por la Revolución llega a recibir un millón de visitantes anuales, incluidos miles de turistas extranjeros, y se propone por al servicio del disfrute de la población “lo último de la acuarofilia Mundial” (2).
Está concebida su ampliación y modernización como un parque-acuario, donde los visitantes podrán pasear felizmente todo un día.  Espectáculos recreativos y didácticos con mamíferos marinos, recorridos por el Museo del Mar –con muestras de animales difíciles de conservar vivos, e historia de la navegación y de los mares del mundo-, filmes y conferencias sobre temas marinos y submarinos, integran parte de las propuestas.
            Aun sin los adelantos previstos, el Acuario Nacional constituye una valiosa opción en la capital del país, pues además de los centenares de especies marinas que acogen sus peceras, los espectáculos con los delfines tienen garantizada la máxima popularidad y se ofrecen películas y documentales sobre temas marinos, en especial para los niños.
            Según declara el doctor Guitart, en la actualidad las investigaciones del centro están encaminadas al estudio de los delfines y del preciado coral negro, mientras 450 pioneros se introducen en el conocimiento de las artes de pesca, la taxidermia y la biología marina, en círculos de interés de estas especialidades.
            La mitad del tiempo más joven por su homólogo marino de Miramar, el acuario del Parque Lenin cuenta con  65 peceras donde, afortunadamente, no se ha intentado presentar una muestra siquiera modesta de la fauna fluvial cubana, que aunque escasa, contribuiría no poco a su conservación la difusión del conocimiento de su existencia y características.
            Sólo el manjuarí y la biajaca criolla, aparte de un foráneo pez sol rayado, aparecen como excepciones tras el cristal de los estanques, ocupados los restantes por peces ornamentales que encontrarían mejor acomodo en cualquier otra instalación, sin necesidad de la amplitud y magnificas condiciones de este acuario.
            Un club de aficionados a la piscicultura se reúne un domingo de cada mes en el lugar, que cuenta con un  cine-teatro para la proyección de películas, documentales y cortos animados, y donde realizan actividades culturales.
            En contraste con el anterior, y no lejos de su emplazamiento, unas pocas peceras en el pabellón de la pesca, en EXPOCUBA, muestran con abundante información las principales especies acuícolas introducidas en Cuba después del triunfo de la revolución.  Están allí la Tilapia aurea, Amura blanca, Tenca blanca, Bagre, Búfalo de boca grande y Cachama blanco.
            Hacia el Este del país, Varadero cuenta con un delfinario e intentaban allí la introducción de otras especies, mientras en 1972 se dio a conocer la apertura de un acuario de peces tropicales en Santa Clara, con 100 peceras, 40 estanques de crecimiento y un estanque madre (3).
           


TODO EL MAR EN BACONAO

            La construcción de un acuario en el parque Baconao contribuye a ofrecer un carácter integral al panorama de la naturaleza cubana representado por el Gran Parque Nacional Sierra Maestra, cuya organización fue acordada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en su sección ordinaria del 26 y 27 de diciembre de 1979.
            El supremo órgano de gobierno declaró Zona Rural Protegida toda la región montañosa conocida geográficamente e históricamente con ese nombre, al sur de las provincias Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.
Con toponímico indígena, que ha comenzado a hacerse habitual en la prensa y entre los turoperadores locales y extranjeros, el Parque Nacional Baconao constituye un complejo turístico que llegará a contar con una capacidad de alojamiento de tres 500 habitaciones.
Como la más moderna y atractiva instalación de su tipo dentro del país (4) fue calificado el acuario Baconao, cuyas obras visitara el Comandante en jefe Fidel Castro el 23 de julio de 1988, durante el recorrido que realizara  por la provincia Santiago de Cuba el máximo líder de la revolución, en ocasión del XXXV Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada.
De concepción similar a la de la inversión que se lleva a cabo en la institución homóloga en la capital, la gran amplitud de posibilidades y las atractivas formas de exposición de la vida en el interior de las aguas marinas caracterizan el primer acuario científico, didáctico y recreativo de la zona oriental del país.
Un escenario con enorme variedad de especies marinas, que podrán ser observadas bajo el agua desde un túnel transparente e 30 metros de largo, forma parte de las novedades, además del tuboronario, tres estanques para quelonios y el delfinario, éste último dotado con un anfiteatro de 500 localidades.
Sala-teatro para eventos especializados, exposición permanente sobre la vida en el mar y la historia en la navegación, una biblioteca técnica y 20 grandes peceras para soporte de la plataforma insular, integran asimismo las posibilidades del nuevo centro, perteneciente a la Academia de Ciencias de Cuba.
Una vez inaugurado el acuario, quienes acuden  Baconao tendrán a la vista no sólo la flora y la fauna del más interesante enclave geográfico de la nación antillana, sino una visión completa de la naturaleza del archipiélago, incluida las aguas que la rodean y el océano en su conjunto.

¿POR QUÉ UN ACUARIO?

Después de este somero recorrido por la evolución general y específicamente cubana de los acuarios, resultó conveniente examinar con detenimiento algunas ideas relativas a las numerosas posibilidades que ofrezcan las instalaciones de este tipo.
            Desde el punto d vista recreativo, la sola acción de disfrutar ante las peceras de la casi infinita variedad de colorido, formas, desplazamientos, hábitos de vida y relaciones sobre los peces, además de las características siempre atractivas del hábitat en que éstos se desarrollan, posee una influencia anímica e intelectual sobre las personas, que puede ser calificada sin lugar a dudas sobre los modos de descanso activo o creativo.
            Aun quienes no muestran interés siquiera por leer el nombre común y otros datos que identifican a las especies en cada estanque, no están ajeno a percibir las claves esenciales de un medio biológico apartado del nombre por la barrera de la respiración.  Tal contacto, aun al nivel más elemental, constituye siempre un aporte a la cultura del individuo.
            La concepción de espectáculos con delfines y otros mamíferos marinos, mientras tanto, representa hoy uno de los mayores aportes recreativos en los acuarios.  También en este caso la diversión llega unida a nociones completas acerca de la morfología, dinamismo, relaciones con el hombre y asombrosas habilidades de las especies en cuestión.
            Por supuesto que, visto como instalación de la más amplia funcionalidad, no quedan en las dos mencionadas ofertas las posibilidades recreativas del acuario, pues las áreas de exposición y de cine-teatro incluidas en las instalaciones capitalinas y santiagueras, pueden contribuir en mucho a la ocupación del tiempo libre de la población.
            Este último aspecto, probablemente el menos complejo de todos, significan sin embargo un alto valor social, al que puede incrementarse con actividades culturales y recreativas diversas para los niños, y de estímulo para trabajadores y estudiantes destacados, para los cuales los acuarios conforman un ambiente hermoso e interesante.
            Los aspectos específicamente culturales, algunos de ello ya señalados, pueden resumirse en la divulgación del conocimiento acerca de la vida de los habitantes del mar y de su medio, la exhibición de filmes, la impartición de conferencias, las muestras en exposiciones y museos y las consultas en bibliotecas, además de los espectáculos artísticos que en forma general pueden tener cabida en tan agradable contexto.
            Tampoco está desligada de la cultura la función didáctica que encuentra en los acuarios un bien preparado medio de aprendizaje, con calificados especialistas en su plantilla, y que en el caso de los mencionados centros del occidente y oriente del país se materializa en círculos de interés sobre temas marítimos con la participación de los pioneros.
            El aspecto de la enseñanza puede ser objeto de una mayor aplicación, sobre todo si se tienen en cuenta las experiencias que expone al respecto la institución venezolana editora del libro El Acuario, un recurso para el aprendizaje (5).
            Según define el mencionado texto, el acuario es  “…un modelo de ecosistema en el cual ocurren continuos cambios que pueden motivar a alumnos y profesores a formular problemas y buscar soluciones” (6).
            La interrelación entre los seres vivos y su ambiente, reproducción, desarrollo y genética de los organismos subacuaticos, morfología y sistemática de estos últimos, y el comportamiento entre los estímulos ambientales, forman parte de las propuestas temáticas de los especialistas sudamericanos, para cuya explicación resultan útiles los acuarios.
            En otro orden de cosas, si examinamos el contenido de la Ley 27, aprobada por la Asamblea Nacional en la ocasión que mencionamos en párrafos anteriores, no es difícil llegar a la conclusión de que la construcción guarda estrecha relación con varios de los objetivos que fundamentan la creación del Gran Parque Nacional Sierra Maestra.
            Aparte de promover la recreación y el turismo, igualmente el acuario está en condiciones de realizar aportes significativos a la protección del medio ambiente, la investigación científica y la educación ambiental de la población.
            Evidentemente, ninguna otra institución estará mejor facultada para ofrecer a la población en forma atractiva información acerca de especies en peligro de extinción, las diversas regulaciones pesqueras vigentes en el país, razones que sustentan las vedas y los peligros que entrañan la contaminación de las aguas.
            Los fines investigativos no requieren en este caso justificación, pues están implícitos en amplia medida en la propia actividad común del acuario, aunque sea únicamente por la necesidad de estudiar las condiciones de adaptación de determinadas especies al cautiverio.
            En fin, que la pregunta sobre la importancia socio-cultural-recreativa que representa para la población la construcción de un acuario, tiene una sola e infinita respuesta, toda la utilidad que con ilimitado espíritu creativo sea capaz de extraer del mismo para beneficio del pueblo su colectivo de trabajo.
Ciudad de La Habana, 6 de marzo de 1989.


NOTAS

(1)               Favré, Henri.  El Acuario, La Habana.  Editorial Científico Técnica, (1978), página 13.

(2)               Gómez, Orlando.  El mar en tierra, muy cerca del mar.  En Granma.  La Habana, 30 de marzo de 1988.

(3)               Vanguardia.  Santa Clara, 9 de marzo de 1972.

(4)               Camacho Albert, René.  Moderno acuario para Baconao.  En Granma.  La Habana, 30 de mayo de 1988.

(5)               Se trata del Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de las Ciencias.

(6)               Benaí de Belle, Estrella.  El Acuario, un recurso para el aprendizaje.  Caracas, Venezuela.  Ediciones CENAMEC, pág. 13