EN EL ACUARIO
Ismael León Almeida
Bajo el título “Vida tras el cristal”, este artículo
fue enviado como respuesta al Gran
Concurso Acuario Baconao (Santiago de Cuba, 1989), sobre la importancia
socio-cultural-recreativa que representa para la población la construcción de
un acuario. Fue el trabajo ganador; nunca realizamos la visita que era el
premio.
Ningún estudioso,
por muy imaginativo o profundamente analítico que fuese, intentaría hoy
adivinar en cual de las tempranas edades de la humanidad tuvo el hombre la
primera noción del mundo de las aguas, al margen de la urgente necesidad de
conseguir alimento con el cual suplir las energías perdidas en la lucha por
sobrevivir frente a la naturaleza.
Todo
lo más, los cronistas incluyen algunos pocos en el inventario de todo tipo de
animales que adicionaban a sus lujos las clases pudientes de la antigüedad
griega y romana, y se mencionan carpas y morenas criadas en grandes viveros, y
en “fuentes de piedra tallada con pomposos
surtidores” (1).
La
historia acertó a recoger la aparición de unos pacíficos peces rojos hacia el año 930 de nuestra era, cuando un
pescador capturó uno de aquellos cerca de la ciudad china de Thang-Su, el que
ni siquiera era de ese color, sino verde-marrón, pues los verdaderos peces rojos
aparecen en Japón 550 años más tarde, y desde entonces continúan criándolos
allí.
Aquellas
joyas vivientes llegarían en 1750 a los salones de madame de Pompadour, en la
francesa corte de Luis XV, universalmente de esta forma el valor estético de un
serio pasatiempo que sólo a la llegada de la electricidad, a inicio de este
siglo, comienza a desarrollarse verdaderamente como Acuarofilia.
En los años treinta los arquitectos y
decoradores utilizan el acuario como elemento decorativo, y en la mayoría de los
grandes cafés por ellos construidos las plantas verdes ceden su puesto de honor
a los acuarios, refiere la presentación a la edición cubana del libro de
Henri Favré, El Acuario.
Pero
la evolución expuesta no demuestra otra cosa sino que el placer por los
elegantes movimientos, vivos colores y atractivas formas de los silenciosos
habitantes de las aguas fue asimilado al paso de las diversas formaciones
socioeconómicas, con los adelantos científicos correspondientes a cada época.
De
retorno a nuestra tesis inicial, tal vez sólo un artista sería capaz de
representarse la sobrecogedora fascinación del hombre que por vez primera
enfrenta la singular experiencia estética del pez visto en su elemento, vivo y
vital, como un secreto guardado por milenios de desarrollo biológico,
únicamente para ser disfrutado por quienes aman la naturaleza.
Posiblemente
en tal sensación radica la tan popularizada cualidad tranquilizante que
justamente se atribuye a la cría de peces ornamentales. Pero más adentro de tan sereno entretenimiento,
todo un universo de conocimientos ha pasado al dominio del hombre,
contribuyendo a hacer más racional la relación de los seres humanos con esa parte del mundo que representa las
tres cuartas partes del planeta; las aguas.
EL ACUARIO EN CUBA
Tres meses
tenía el pueblo en el poder cuando en una residencia del exclusivo barrio de
Miramar, levantada sobre el litoral y dando el frente a la avenida Primera y
calle 66, se instaló por primera vez en Cuba un acuario con fines
investigativos.
Cuenta Darío Guitart, actual director de la
institución, que desde las primeras semanas el público tocaba a la puerta para
disfrutar de la maravilla de aquel mundo del que casi todos sólo conocían la
superficie, en las cálidas noches del Malecón habanero, o lo que de cuando en
cuando y más bien de mala gana degustaban en la mesa.
Trece años más
tarde se abre definitivamente a las visitas de la población el Acuario Nacional
de Cuba, que sin abandonar sus fines científicos para el próximo quinquenio
habrá multiplicado 14 veces su superficie original, para alcanzar las ocho
hectáreas, como resultado del proceso inversionista que se lleva a cabo en el
lugar.
En un país
donde antes de 1959 sólo se habían conocido pequeños acuarios para fines
comerciales, el centro creado por la Revolución llega a recibir un millón de
visitantes anuales, incluidos miles de turistas extranjeros, y se propone por
al servicio del disfrute de la población “lo último de la acuarofilia Mundial”
(2).
Está concebida
su ampliación y modernización como un parque-acuario, donde los visitantes
podrán pasear felizmente todo un día.
Espectáculos recreativos y didácticos con mamíferos marinos, recorridos
por el Museo del Mar –con muestras de animales difíciles de conservar vivos, e
historia de la navegación y de los mares del mundo-, filmes y conferencias
sobre temas marinos y submarinos, integran parte de las propuestas.
Aun
sin los adelantos previstos, el Acuario Nacional constituye una valiosa opción
en la capital del país, pues además de los centenares de especies marinas que
acogen sus peceras, los espectáculos con los delfines tienen garantizada la
máxima popularidad y se ofrecen películas y documentales sobre temas marinos,
en especial para los niños.
Según
declara el doctor Guitart, en la
actualidad las investigaciones del centro están encaminadas al estudio de los
delfines y del preciado coral negro, mientras 450 pioneros se introducen en el
conocimiento de las artes de pesca, la taxidermia y la biología marina, en
círculos de interés de estas especialidades.
La
mitad del tiempo más joven por su homólogo marino de Miramar, el acuario del Parque
Lenin cuenta con 65 peceras donde,
afortunadamente, no se ha intentado presentar una muestra siquiera modesta de
la fauna fluvial cubana, que aunque escasa, contribuiría no poco a su
conservación la difusión del conocimiento de su existencia y características.
Sólo
el manjuarí y la biajaca criolla, aparte de un foráneo pez sol rayado, aparecen
como excepciones tras el cristal de los estanques, ocupados los restantes por
peces ornamentales que encontrarían mejor acomodo en cualquier otra
instalación, sin necesidad de la amplitud y magnificas condiciones de este
acuario.
Un
club de aficionados a la piscicultura se reúne un domingo de cada mes en el
lugar, que cuenta con un cine-teatro
para la proyección de películas, documentales y cortos animados, y donde
realizan actividades culturales.
En
contraste con el anterior, y no lejos de su emplazamiento, unas pocas peceras
en el pabellón de la pesca, en EXPOCUBA, muestran con abundante información las
principales especies acuícolas introducidas en Cuba después del triunfo de la
revolución. Están allí la Tilapia aurea,
Amura blanca, Tenca blanca, Bagre, Búfalo de boca grande y Cachama blanco.
Hacia
el Este del país, Varadero cuenta con un delfinario e intentaban allí la
introducción de otras especies, mientras en 1972 se dio a conocer la apertura
de un acuario de peces tropicales en Santa Clara, con 100 peceras, 40 estanques
de crecimiento y un estanque madre (3).
TODO EL MAR EN BACONAO
La
construcción de un acuario en el parque Baconao contribuye a ofrecer un
carácter integral al panorama de la naturaleza cubana representado por el Gran
Parque Nacional Sierra Maestra, cuya organización fue acordada por la Asamblea
Nacional del Poder Popular en su sección ordinaria del 26 y 27 de diciembre de
1979.
El
supremo órgano de gobierno declaró Zona Rural Protegida toda la región
montañosa conocida geográficamente e históricamente con ese nombre, al sur de
las provincias Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo.
Con toponímico
indígena, que ha comenzado a hacerse habitual en la prensa y entre los turoperadores
locales y extranjeros, el Parque Nacional Baconao constituye un complejo
turístico que llegará a contar con una capacidad de alojamiento de tres 500
habitaciones.
Como la más
moderna y atractiva instalación de su tipo dentro del país (4) fue calificado
el acuario Baconao, cuyas obras visitara el Comandante en jefe Fidel Castro el
23 de julio de 1988, durante el recorrido que realizara por la provincia Santiago de Cuba el máximo
líder de la revolución, en ocasión del XXXV Aniversario del Asalto al Cuartel
Moncada.
De concepción
similar a la de la inversión que se lleva a cabo en la institución homóloga en
la capital, la gran amplitud de posibilidades y las atractivas formas de
exposición de la vida en el interior de las aguas marinas caracterizan el
primer acuario científico, didáctico y recreativo de la zona oriental del país.
Un escenario
con enorme variedad de especies marinas, que podrán ser observadas bajo el agua
desde un túnel transparente e 30 metros de largo, forma parte de las novedades,
además del tuboronario, tres estanques para quelonios y el delfinario, éste
último dotado con un anfiteatro de 500 localidades.
Sala-teatro
para eventos especializados, exposición permanente sobre la vida en el mar y la
historia en la navegación, una biblioteca técnica y 20 grandes peceras para
soporte de la plataforma insular, integran asimismo las posibilidades del nuevo
centro, perteneciente a la Academia de Ciencias de Cuba.
Una vez
inaugurado el acuario, quienes acuden
Baconao tendrán a la vista no sólo la flora y la fauna del más
interesante enclave geográfico de la nación antillana, sino una visión completa
de la naturaleza del archipiélago, incluida las aguas que la rodean y el océano
en su conjunto.
¿POR QUÉ UN ACUARIO?
Después de este somero recorrido
por la evolución general y específicamente cubana de los acuarios, resultó
conveniente examinar con detenimiento algunas ideas relativas a las numerosas
posibilidades que ofrezcan las instalaciones de este tipo.
Desde
el punto d vista recreativo, la sola acción de disfrutar ante las peceras de la
casi infinita variedad de colorido, formas, desplazamientos, hábitos de vida y
relaciones sobre los peces, además de las características siempre atractivas
del hábitat en que éstos se desarrollan, posee una influencia anímica e
intelectual sobre las personas, que puede ser calificada sin lugar a dudas
sobre los modos de descanso activo o creativo.
Aun
quienes no muestran interés siquiera por leer el nombre común y otros datos que
identifican a las especies en cada estanque, no están ajeno a percibir las
claves esenciales de un medio biológico apartado del nombre por la barrera de
la respiración. Tal contacto, aun al
nivel más elemental, constituye siempre un aporte a la cultura del individuo.
La
concepción de espectáculos con delfines y otros mamíferos marinos, mientras
tanto, representa hoy uno de los mayores aportes recreativos en los
acuarios. También en este caso la
diversión llega unida a nociones completas acerca de la morfología, dinamismo,
relaciones con el hombre y asombrosas habilidades de las especies en cuestión.
Por
supuesto que, visto como instalación de la más amplia funcionalidad, no quedan
en las dos mencionadas ofertas las posibilidades recreativas del acuario, pues
las áreas de exposición y de cine-teatro incluidas en las instalaciones
capitalinas y santiagueras, pueden contribuir en mucho a la ocupación del
tiempo libre de la población.
Este
último aspecto, probablemente el menos complejo de todos, significan sin
embargo un alto valor social, al que puede incrementarse con actividades
culturales y recreativas diversas para los niños, y de estímulo para
trabajadores y estudiantes destacados, para los cuales los acuarios conforman
un ambiente hermoso e interesante.
Los
aspectos específicamente culturales, algunos de ello ya señalados, pueden
resumirse en la divulgación del conocimiento acerca de la vida de los
habitantes del mar y de su medio, la exhibición de filmes, la impartición de
conferencias, las muestras en exposiciones y museos y las consultas en
bibliotecas, además de los espectáculos artísticos que en forma general pueden
tener cabida en tan agradable contexto.
Tampoco
está desligada de la cultura la función didáctica que encuentra en los acuarios
un bien preparado medio de aprendizaje, con calificados especialistas en su
plantilla, y que en el caso de los mencionados centros del occidente y oriente
del país se materializa en círculos de interés sobre temas marítimos con la
participación de los pioneros.
El
aspecto de la enseñanza puede ser objeto de una mayor aplicación, sobre todo si
se tienen en cuenta las experiencias que expone al respecto la institución
venezolana editora del libro El Acuario, un recurso para el aprendizaje
(5).
Según
define el mencionado texto, el acuario es
“…un modelo de ecosistema en el cual ocurren continuos cambios que
pueden motivar a alumnos y profesores a formular problemas y buscar soluciones”
(6).
La
interrelación entre los seres vivos y su ambiente, reproducción, desarrollo y
genética de los organismos subacuaticos, morfología y sistemática de estos
últimos, y el comportamiento entre los estímulos ambientales, forman parte de
las propuestas temáticas de los especialistas sudamericanos, para cuya
explicación resultan útiles los acuarios.
En
otro orden de cosas, si examinamos el contenido de la Ley 27, aprobada por la
Asamblea Nacional en la ocasión que mencionamos en párrafos anteriores, no es
difícil llegar a la conclusión de que la construcción guarda estrecha relación
con varios de los objetivos que fundamentan la creación del Gran Parque
Nacional Sierra Maestra.
Aparte
de promover la recreación y el turismo, igualmente el acuario está en
condiciones de realizar aportes significativos a la protección del medio
ambiente, la investigación científica y la educación ambiental de la población.
Evidentemente,
ninguna otra institución estará mejor facultada para ofrecer a la población en
forma atractiva información acerca de especies en peligro de extinción, las
diversas regulaciones pesqueras vigentes en el país, razones que sustentan las
vedas y los peligros que entrañan la contaminación de las aguas.
Los
fines investigativos no requieren en este caso justificación, pues están
implícitos en amplia medida en la propia actividad común del acuario, aunque
sea únicamente por la necesidad de estudiar las condiciones de adaptación de
determinadas especies al cautiverio.
En
fin, que la pregunta sobre la importancia socio-cultural-recreativa que
representa para la población la construcción de un acuario, tiene una sola e
infinita respuesta, toda la utilidad que con ilimitado espíritu creativo sea
capaz de extraer del mismo para beneficio del pueblo su colectivo de trabajo.
Ciudad de La Habana, 6 de marzo
de 1989.
NOTAS
(1)
Favré, Henri. El
Acuario, La Habana. Editorial
Científico Técnica, (1978), página 13.
(2)
Gómez, Orlando.
El mar en tierra, muy cerca del mar.
En Granma. La Habana, 30 de marzo de 1988.
(3)
Vanguardia. Santa Clara, 9 de marzo de 1972.
(4)
Camacho
Albert, René. Moderno acuario para
Baconao. En Granma. La Habana, 30 de
mayo de 1988.
(5)
Se trata del Centro Nacional para el Mejoramiento de la
Enseñanza de las Ciencias.
(6)
Benaí de Belle, Estrella. El Acuario, un recurso para el aprendizaje. Caracas, Venezuela. Ediciones CENAMEC,
pág. 13