Hay realmente muy escasa información acerca de la pesca deportiva cubana en épocas anteriores al siglo XX. Es posible hallar algunos datos dispersos de mucho interés y es factible también hacer algunas suposiciones no muy descabelladas.La más cautivante de todas las hipótesis sería que, si las investigaciones arqueológicas han demostrado la alta dependencia de los primeros pobladores de Cuba respecto de los productos de las aguas, es probable que estos también aprovecharan dicha actividad bajo un aspecto no alimentario -es decir, no económico-, sino específicamente lúdico, recreativo, un disfrute que de manera por completo verosímil pudo haber formado parte incluso del entrenamiento para la vida productiva de los más jóvenes integrantes de las comunidades.
Con el Descubrimiento convergen en el Nuevo Mundo, en particular en Cuba, dos conglomerados humanos que -no obstante sus obvias diferencias en cuanto a desarrollo-, tenían en común el contacto, aprovechamiento y relativa dependencia en relación con el mar y los cuerpos de aguas interiores. La ocupación humana de la isla de Cuba tuvo lugar en sucesivas migraciones separadas en el tiempo, que ocurren a partir del 8000 ANE y se mantienen hasta la llegada de los españoles. Las investigaciones arqueológicas han identificado oleadas paleolíticas, luego las mesolíticas, que arribaron entre los años 2 500 y 500 ANE, y finalmente la oleada neolítica estuvo ocurriendo medio milenio hasta el comienzo de la conquista.(Gonzalez Pérez, Enildo: Tradiciones Pesqueras Cubanas (I) LOS ABORIGENES CUBANOS Y SU VINCULACION CON EL MAR; Mar y Pesca, No. 317, Agosto 1999)
Cuando Cristobal Colón baja por primera vez a tierra cubana, el 28 de octubre de 1492, halla dos casas "llenas de alhajas de los indios, redes y anzuelos de huesos y fisgas dello mismo y otros aparejos de pescar". Un día más tarde y en otro punto de la costa, el Almirante anota en su Diario, luego transcrito por fray Bartolomé de Las Casas:"Hallaron las casas muy hermosas... dentro muy barridas y limpias y sus aderezos muy compuestos, maravillosos aparejos de redes y anzuelos y para pescar muy actos instrumentos, creia el almirante que aquella gente debia ser toda pescadores, que llevaban el pescado la tierra adentro." (Citado por Gonzalez Fernandez, Enildo: Tradiciones pesqueras cubanas (II), ARTES DE PESCA Y ALIMENTOS DE NUESTROS ABORIGENES, Revista Mar y Pesca, No. 318, octubre 1999, p. 44)
Anzuelos, es la palabra que transcribe Las Casas. Detengámonos en esa palabra. De un copista tan indudable como Las Casas no es posible argumentar a estas alturas de la historia, que haya puesto en el Diario de Colón término diferente del usado por el Almirante; luego, debemos convenir en que Colón, experto en cosas de mar, vio anzuelos en las primeras casas de indocubanos visitadas por hombres del Viejo Mundo. Vio anzuelos, como vio redes y fisgas (o fijas, o arpones, como escribiríamos hoy). Y llama la atención que identificara tan sin dudas ese universal instrumento de la pesca, emblemático por así decirlo, pues en gran medida los anzuelos usados por los aborígenes de nuestro archipiélago, como por los de otras partes del Caribe, eran anzuelos atragantadores, hechos con espinas de pescado (Gonzalez Fernandez, Enildo: Tradiciones pesqueras cubanas (II), ARTES DE PESCA Y ALIMENTOS DE NUESTROS ABORIGENES, Revista Mar y Pesca, No. 318, octubre 1999, p. 44), que difícilmente recordarían a un europeo sus curvos anzuelos de hierro o bronce. (Al llegar los colonizadores a América, "ellos traían lo que se utilizaba en la España de su época, incluyendo, naturalmente, anzuelos de hierro y acero", escribe Federico Gomez de la Maza en "Datos históricos de la pesca cubana", revista Mar y Pesca, agosto de 1957, p. 25).
Durante el estudio de evidencias materiales halladas en el sitio arqueológico de La Leonor, en Camaguey, una de las espinas de pescado exhumadas de una de las excavaciones en la zona, mostró evidentes huellas de elaboración humana en su parte opuesta al extremo punzante, y que consiste en un orificio efectuado transversalmente al que es natural en dichas espinas. (Rodriguez, Pedro A., El uso del anzuelo atragantador por los aborigenes cubanos, Mar y Pesca, #187, abril 1981, p. 24).La pieza fue identificada como un anzuelo atragantador de peces por el Dr. Ernesto Tabío, quien había realizado estudios en las costas sur y central del Perú (1953 y 1960), encontrando entonces un objeto similar, inclusive con una cuerda fina de algodon. Hasta el momento no se conocía el uso de este artefacto entre los aborigenes de Cuba y las Antillas en general, aunque según Tabío ya habían aparecido en algunas partes del Hemisferio Occidental. El anzuelo atragantador es diferente en su confección de las agujas hechas con espinas de pescado.¿Existe la posibilidad de que un instrumento que en nada se asemeja a los ganchos para pescar que conocían los europeos fuera identificado por Colón como un anzuelo? Es más probable que se tratara de otro tipo de implemento aborigen: un anzuelo de concha, como el hallado hace un cuarto de siglo en un punto de la costa norte habanera.
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