LA PESCA RECREATIVA EN LA FILATELIA CUBANA
Aunque no es de dudar que los peces y el reino de las aguas deben de haber tenido una más amplia acogida en la filatelia cubana, el tema de la pesca deportiva ha sido representado hasta ahora en tres emisiones postales nacionales. La primera y más importante fue cancelada en 1971, aunque se conoce que circuló al año siguiente. Esta emisión, integrada por siete diseños o valores postales, se destaca por su amplitud, la calidad de su diseño y el indudable y eficaz trabajo investigativo que precedió a su ejecución.
Se aprecia cierto cuidado en la elección de las especies de peces que serían mostradas en los sellos, aún más, una muy intencionada significación de las técnicas deportivas empleadas para la captura de cada una. Los avíos, de vara y carrete en todos los casos, se representan con la caña en posición horizontal en la parte superior del diseño. Corresponden a la modalidad spinning en el caso del macabí, el coronado y la lobina, es decir, la trucha de los cubanos, especies a cuya captura con avíos ligeros no hay que poner reparos, mientras sobre las imágenes del sábalo, el dorado, el peto y el castero se dibujó un equipo del tipo trolling, que acá si acaso usan algunos en competencia para los tres últimos, pues en el caso del sábalo la tendencia es pescarlo al lanzado ligero, sea spinning o mosca.
No deja de ser reveladora la forma en que se otorgaron en esta serie los valores, el precio de cada sello, a cada una de las especies. Al macabí, tan apreciado por el deporte de la pesca, se le asignó el precio de un centavo, lo cual significa que sería el sello más usado, el de mayor circulación, dentro del país. El sello con la figura del coronado valía 2 centavos, y la lobina, o sea, trucha, ya muy popular en aquellas fechas (los primeros certámenes de la especie habían sido convocados solo dos años antes), circuló en una estampilla con el precio de tres centavos.
A más complejidad deportiva, más valor monetario, parece que concluyeron los encargados de concebir la serie postal. De este modo, el dorado apareció en los sobres de la correspondencia de esos años con un valor de 4 centavos, el sello del peleador sábalo costaba 5 centavos, casi en el límite de la tasa ordinaria de las cartas nacionales, mientras la imagen postal del peto se cotizaba en 13 centavos y en 30 centavos la del castero, o aguja de casta.
Aunque no es de dudar que los peces y el reino de las aguas deben de haber tenido una más amplia acogida en la filatelia cubana, el tema de la pesca deportiva ha sido representado hasta ahora en tres emisiones postales nacionales. La primera y más importante fue cancelada en 1971, aunque se conoce que circuló al año siguiente. Esta emisión, integrada por siete diseños o valores postales, se destaca por su amplitud, la calidad de su diseño y el indudable y eficaz trabajo investigativo que precedió a su ejecución.
Se aprecia cierto cuidado en la elección de las especies de peces que serían mostradas en los sellos, aún más, una muy intencionada significación de las técnicas deportivas empleadas para la captura de cada una. Los avíos, de vara y carrete en todos los casos, se representan con la caña en posición horizontal en la parte superior del diseño. Corresponden a la modalidad spinning en el caso del macabí, el coronado y la lobina, es decir, la trucha de los cubanos, especies a cuya captura con avíos ligeros no hay que poner reparos, mientras sobre las imágenes del sábalo, el dorado, el peto y el castero se dibujó un equipo del tipo trolling, que acá si acaso usan algunos en competencia para los tres últimos, pues en el caso del sábalo la tendencia es pescarlo al lanzado ligero, sea spinning o mosca.
No deja de ser reveladora la forma en que se otorgaron en esta serie los valores, el precio de cada sello, a cada una de las especies. Al macabí, tan apreciado por el deporte de la pesca, se le asignó el precio de un centavo, lo cual significa que sería el sello más usado, el de mayor circulación, dentro del país. El sello con la figura del coronado valía 2 centavos, y la lobina, o sea, trucha, ya muy popular en aquellas fechas (los primeros certámenes de la especie habían sido convocados solo dos años antes), circuló en una estampilla con el precio de tres centavos.
A más complejidad deportiva, más valor monetario, parece que concluyeron los encargados de concebir la serie postal. De este modo, el dorado apareció en los sobres de la correspondencia de esos años con un valor de 4 centavos, el sello del peleador sábalo costaba 5 centavos, casi en el límite de la tasa ordinaria de las cartas nacionales, mientras la imagen postal del peto se cotizaba en 13 centavos y en 30 centavos la del castero, o aguja de casta.
En el panel número 412 de la sala cubana del capitalino Museo Postal Cubano “José Luis Guerra Aguiar” hallamos los sellos emitidos de esta hermosa colección, mientras en el panel 167v aparece asimismo, acompañada de los diseños preliminares, las pruebas de impresión, los sobres del primer día con el dibujo a línea de una embarcación dedicada a la pesca al curricán, y el diseño del gomígrafo usado en la cancelación oficial, una muy imaginativa representación de un señuelo artificial que los aficionamos denominamos articulado. CUBANOS DE PESCA agradece muy sinceramente las finas atenciones que le otorgaron al editor las especialistas Odalys Díaz y Marta Macías, directora y museóloga, respectivamente, de la institución.
Probablemente no fue más que una simple coincidencia, pero la cancelación de esta colección ocurrió el 30 de octubre de 1971, justo un mes después de concluir en Budapest, Hungría, la Exposición Mundial de Caza y Pesca, a la cual se envió algunos materiales en representación del país por las autoridades deportivas cubanas. De cualquier manera, debe aceptarse que la pesca deportiva cubana se encontraba en esos años en uno de sus mejores momentos, pues además de otras evidencias que no es del caso examinar en este arículo, una nueva emisión postal acogió el tema en 1972.
En esa ocasión la colección, también de siete valores, estaba dedicada a los principales eventos deportivos convocados por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) en el transcurso del año. El sello de 30 centavos circuló con un diseño alegórico al 10mo Torneo Nacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway, mientras los valores más bajos se reservaron a los Juegos Escolares, el Memorial Barrientos de atletismo, el 11no campeonato de béisbol aficionado, la copa Cerro Pelado de lucha, el certamen internacional de esgrima y el torneo de Boxeo Giraldo Córdova Cardín. El sobre del primer día de esta emisión fue cancelado el 22 de diciembre de 1972.
Nueve años más tarde una emisión se dedicó a peces pelágicos, mas obviamente sin relación directa con el deporte de la pesca, pues a pesar de incluir algunas especies de interés para los aficionados, como la aguja de abanico, la aguja blanca y el dorado, otras, como el pez luna, no son propiamente parte de los peces buscados con criterio deportivo.
La siguiente referencia directa al deporte de la pesca en la filatelia cubana llegó en 1990 como parte de una emisión cuyo tema central fue el Turismo Deportivo. Para cumplir dicha propuesta, se emitieron cuatro sellos con valores de 5, 10, 30 y 40 centavos, que representaban, respectivamente, la tabla a vela, la caza submarina, la pesca de peces de pico y la caza de pluma. El sello dedicado a la pesca muestra el momento de embicherar un pez y embarcarlo, sin que aparezca en la escena, que se desarrolla en la popa de un yate de pesca turística, un pescador con su avío.
Esa de 1990 es la representación menos notable en cuanto a diseño, pues no hay cuidado en la representación morfológica del pez y carece la imagen de un mínimo de verosimilitud en relación con las acciones que se llevan a cabo en la vida real al embarcar un pez de estas característica: jamás deja de asegurarse el animal por su peligroso pico, y nunca, que sepamos, se toma de una aleta para tirar de él.
Esa de 1990 es la representación menos notable en cuanto a diseño, pues no hay cuidado en la representación morfológica del pez y carece la imagen de un mínimo de verosimilitud en relación con las acciones que se llevan a cabo en la vida real al embarcar un pez de estas característica: jamás deja de asegurarse el animal por su peligroso pico, y nunca, que sepamos, se toma de una aleta para tirar de él.
La pesca deportiva, por sus escenarios, dinámica y colorido de las
especies a las que se dedica, ofrece un amplio espectro de posibilidades para el desarrollo artístico en especies postales, ese importante vehículo de difusión cultural.
La celebración del XXX aniversario de la Federación Cubana de Pesca Deportiva, en noviembre del 2009, ¿sería tal vez una ocasión propicia para una nueva colección? Un enfoque conservacionista, mostrando un vínculo más directo y responsable de las personas con el medio acuático y los peces, podría ser la pauta de esa emisión.
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