NOTAS SOBRE LA COMERCIALIZACIÓN
DE AVÍOS DE PESCA EN CUBA
© Ismael León Almeida
La masiva la práctica de la pesca
deportivo recreativa a escala mundial, el desarrollo tecnológico del
equipamiento requerido por esta actividad, y el auge de la oferta de productos
turísticos en base a pesquerías en diversas modalidades y escenarios, ha motivado
a algunos Estados a tomar interés en las potencialidades económicas de la pesca
efectuada como afición. Para Michael
Leech, antiguo presidente de la International Game Fish Association (IGFA), la
pesca deportiva es “una industria mundial, probablemente más valiosa que la
pesca comercial” 1. Si en 1941
el director del Metropolitan Miami Winter Fishing Tournament estimaba en más de
mil millones de dólares el monto anual de gastos directos e indirectos erogados
por los pescadores deportivos norteamericanos 2,
en el año 2000 la pesca deportiva inyectaba anualmente 108 mil millones de
dólares en la economía de esa nación 3.
Uno de los componentes esenciales
en los gastos del aficionado es la adquisición de avíos de pesca. Lo mismo el
económico pescador de vara criolla, que con un par de anzuelos y cuatro brazas
de nailon se mantiene todo un año entretenido en su laguna acopiando tilapias,
que el dueño de un yate de 54 pies atracado en Fort Lauderdale, con media
docena de varas de troleo y sus correspondientes para cobrar agujas en el Gulf
Stream, ningún aficionado consecuente se libra de hacer desembolsos anuales para
reponer partes de sus avíos.
Durante el último medio siglo,
los aficionados cubanos a la pesca han afrontado muy diversas circunstancias
para renovar el material gastable de su instrumental de pesca. De la
adquisición racionada de línea de nailon y anzuelos a bajo costo, a la venta en
unidades comerciales de expendio en divisas, la iniciativa personal ha tenido
muchas veces que desempeñar su papel para mantener la funcionalidad los avíos,
que para muchos resultaron más que un pasatiempo, a veces del todo la
posibilidad de obtener ingresos para sostenerse la economía familiar.
Síntesis histórica
Antes de la aparición del
monofilamento de nailon, los pescadores cubanos usaban como línea de pesca una
cuerda de fibra vegetal conocida como pita
catalana 4, y ataban anzuelos
sin argolla. Según testimonios de pescadores, todavía en la década del 1930 en
las ferreterías de La Habana pagaban 60 centavos por cada ciento de anzuelos a
operarios que se dedicaban a ejecutar un entorchado de alambre a cada pieza, para
facilitar su amarre a la línea 5.
En el Malecón los aficionados se valían de largas cañas de bambú, aparejándolas con una línea de alambre de
bronce, para pescar desde la costa roncos, parguetes, cuberetas, caballerotes y
rabirrubias. Tales cañas de bambú las conseguían en las estibas de sacos de
arroz que llegaban al puerto procedentes de Japón. Eran largas, de veinte a
veintidós pies, y ellos tenían un procedimiento para prepararlas y dejarlas
bien rectas.
Por esta misma época, era notoria
la carencia en el país de avíos apropiados para la pesca de agujas, especies
que entonces comenzaban a atraer a Cuba a cierto número de pescadores
aficionados norteamericanos. Uno de ellos fue Ernest Hemingway, el famoso
escritor, que vino por primera vez en 1932 y tres años después escribió un
capítulo titulado "Marlin off Cuba", para un famoso libro de pesca.
En ese trabajo reproduce la carta de un compatriota suyo que residía en Cuba y
expresa que en el país "los barcos no están adaptados para esta pesca y
los principiantes generalmente comienzan con avíos baratos e ineficaces".
Gotfried K. Smith, ejecutivo de
una compañía textil norteamericana con sede en Cuba, recomendaba todavía en
1958 a los turistas que trajeran al país sus propios equipos de pesca:
"Usted puede comprar avíos aquí, y hay una nueva tienda de avíos que tiene
una preciosa selección -Kon Tiki, en el Vedado. También Santiago en Casa Tarín,
en La Habana, y Casa Vasallo (…) ―. Usted puede comprar anzuelos, presillas,
líderes de alambre y línea, además de varas y carretes, pero esté preparado
para pagar altos precios por estos avíos…" 6.
La pesca con sedal a mano
permanece como una tradición bien enraizada en la pesca recreativa cubana, lo
mismo marítima que en aguas interiores. En la supervivencia de esta técnica
existe un factor de índole económica, como se aprecia en la siguiente carta que
envía un aficionado, empleado de una casa comercial habanera, a la revista Carteles, que la publica en mayo de
1952:
"Es
indiscutible que el equipo de vara y carrete requiere dos equipos: uno para los
pejes chicos y otro para los grandes. El equipo de pejes chicos comprende, por
lo menos, dos varas, dos carretes y dos líneas de hilo, cuyo valor no baja de
$400.00, comprando varas, carretes e hilos de calidad regularcita, no de la
mejor. El equipo pesado de los pejes grandes, tambien comprende iguales
accesorios, pero con un costo mucho mayor, que tampoco baja de $600.00 como
mínimo. No necesito decirle, porque usted lo sabe de memoria, lo que cuestan
los equipos de primera categoría.
"Esto
haría un total de unos $1000.00, sin contar los accesorios auxiliares, como son
las varas, los bicheros, cuqueadores, anzuelos, cables, etc.
"Sin
embargo, un equipo del mejor, para pesca profundizada con boyas y un total de
16 ó 20 avíos, no pasa de $250.00 a $275.00, incluyendo todos los accesorios
auxiliares" 7.
Un anuncio publicitario insertado por la tienda El Deporte
en la revista Fotos (edición
de julio de 1954, página 30),
muestra los precios de algunos equipos:
Varas
Carretes
Casting,
mango de corcho: 2,98
3/0 Ocean City: 21.50
Casting, cristal hueco: 5,95 5/0 Ocean City: 27.50
Spinning,
sólida: 6,95 6/0 Ocean City: 33.50
Spinning,
hueca, heavy: 18.95 9/0 Penn 37.50
Para
bote, Cristal solido 6.95
Para
bote, cristal hueco 11.95
Los avíos de spinning llegaron al
mercado cubano después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron, en
principio, poca aceptación, debido a que los pescadores de vara y carrete continuaban
fieles a los antiguos sistemas de casting y la inmensa mayoría seguía
prefiriendo la línea a mano. Hizo nuevamente su aparición a finales de 1952 y
dos años después había incrementado sus ventas hasta acaparar el 75 por ciento
del mercado, mientras el bait y el plugcasting lograban el 24,3 por ciento de
las compras y a los equipos de fly (pesca a la mosca les quedaba menos del uno
por ciento.
A mediados de 1952 era el
baitcasting la técnica más aceptada por el cubano, según lo demuestra un artículo
de la revista Fotos, donde, al
relatar una pesquería de truchas en el río Mayabeque, se ilustra al lector con
este dato: "Contamos actualmente con tres tipos de varas para la pesca al
lanzado: las de bambú, metal o cristal". Eran cañas de baitcasting de 4 y
medio a seis pies de longitud; las líneas usadas en ese momento eran de nylon y
en los carretes se enrollaban 50 yardas 8.
En la acelerada conquista del
mercado cubano por los equipos de spinning tuvo un importante papel la serie
divulgativa acerca de esa técnica, publicada en la revista Fotos por Aladino Sanchez, primer dueño de la tienda Kon Tiki, uno
de los primeros establecimientos cubanos que vendió esos equipos. 9 El monofilamento de nailon, en
sus primeros tiempos aceptado como material para líderes, a partir de la exacta
mitad del siglo se impuso como logro tecnológico en todo tipo de líneas de
pescar, mientras los antiguos sedales desaparecían del mercado cubano del modo
más natural, con la razón adicional del apartamiento del mercado norteamericano,
y solo algunos aficionados, presumiblemente muy cuidadosos de su equipo, los tuvieron
en uso hasta muy avanzada la década de los sesenta. 10
A finales de 1952, la casa
Vasallo vendía en 1.20 pesos el centenar de yardas de naylon, en una gama de resistencias
desde 11 a 73 libras. Tarín Sport, competidora de la anterior, proclamaba en
tanto que sus hilos de pesca eran “los legítimos Dupont de nailon”. 11 Por esta época ya existían en
La Habana cierto número de establecimientos más o menos especializados en la
venta de avíos para la pesca deportiva. En la citada Guía del Pescador de 1954
aparecen como anunciantes los siguientes:
- Importadora
Bosgon, SA, Marina y Vapor, La Habana: varas Tycoon, carretes Fin nor y
Penn.
- El
Deporte, Amistad 205, esquina a Neptuno: artículos para pesca Atlantis y
Quick; gran surtido en varas de casting y spinning; carretes alemanes.
- Casa
Zaldo, Belascoaín 107: "De todo para el pescador a los precios más
bajos".
- El
Faro, 11 y 16, Vedado: Accesorios marinos y avíos de pesca en general.
- La
Antigua Cuchillería, Galiano 466 e/ Zanja y San José: Efectos de caza y
pesca.
- SEARS,
centro de pesca J.C.Higgins: La Habana, Marianao, Santa Clara, Santiago de
Cuba, Cienfuegos, Holguín.
- Ferretería
La Marina, San Pedro 306: efectos navales y de pesca en general.
Otra casa comercial de aquellos
años era mencionada por el conocido pescador aficionado Antonino Rodríguez,
cuya maestría como deportista de avíos ligeros fue ampliamente reconocida en la
pesca de la trucha. Según testimonio de Rodríguez, la tienda "El
Spinning" organizaba competencias de pesca de truchas entre sus clientes
antes de 1959. 12
La Kon Tiki, de Aladino Sanchez,
fue luego adquirida por Manuel Bell Gorgas, Blakamán, un pescador de leyenda
fallecido en 2001. Tenía su local en la
avenida Tercera y calle 10, en el barrio del Vedado, una zona muy frecuentada
por pescadores debido a su proximidad por el río Almendares, donde tenían sus
embarcaciones una buena cantidad de pescadores deportivos de la ciudad. Aunque
los más pudientes compraban sus avíos directamente en tiendas de Miami, el
propietario tenía la estrategia de ofrecer servicio de mantenimiento y
reparación de varas y carretes de pesca, algo que interesaba a todo el mundo. También
fabricaban varas de spinning y trolling a pedido del comprador y vendían todo
lo que es común en un establecimiento de este tipo, como sedales, anzuelos y
muchos otros accesorios, enre neveras, cocinas de campaña y faroles de la línea
Coleman.
En una entrevista con la revista Bitácora 13,
el segundo propietario de la Kon Tiki manifestó que al principio era un negocio
pequeño, pero lo ampliaron de año en año y llegaron a vender botes plásticos
para armar en casa y a tener la representación de varias marcas de motores
marinos y fuera de borda. Tenían poca competencia, principalmente por la Casa
Tarín, que se especializaba en una gama más amplia de deportes, y su principal
negocio era abastecer de uniformes a los equipos de béisbol de la capital. “Yo
me especialicé en la pesca y eso era una ventaja”, comentaba Blakamán. Tenía
clientes muy fieles, por ejemplo, en los pescadores comerciales de Batabanó,
quienes adquirían en la tienda de la orilla del Almendares motores marca Universal para sus
embarcaciones. La publicidad de su negocio la garantizaba el propietario
mediante un un programa de televisión que comenzó él mismo a realizar a
mediados de los años cincuenta; se llamaba “Vámonos de pesca” y salía al aire
durante media hora los domingos.
Después del cambio político
ocurrido en la Isla en 1959, la ruptura de relaciones con Estados Unidos
provocó la desaparición de los productos norteamericanos de las redes
comerciales cubanas. Sistemáticamente comenzaron a hacer su aparición los avíos
procedentes del campo socialista. Estos artículos eran adquiridos generalmente
por el aficionado en ferreterías y tiendas de deportes. Tenían precios bajos,
accesibles a todos los bolsillos sin importar el poder adquisitivo real e
importancia de los salarios; todavía a finales de los años '70 el monofilamento
de nailon más caro que se adquiría en una tienda no llegaba a costar un peso el
centenar de metros, mientras dos décadas más adelante el metro de línea de
pesca fijó su precio en 50 centavos, poco más o menos, según la resistencia de
línea.
Dado que prácticamente el 85 por
ciento de las importaciones cubanas provenían de la antigua Unión Soviética y
otros países socialistas de Europa del este, tal era la procedencia de los
avíos de pesca. Los aficionados
aceptaban bien los sedales que venían de Rusia o eventualmente de Alemania; los
anzuelos rusos aún son buscados por pescadores entendidos a causa de su elevada
fiabilidad. Soviéticos eran los carretes “Delfin”, con los cuales se bautizaron
como pescadores a spinning una o dos generaciones de aficionados cubanos a la
pesca 14, aunque
acabarían por perder todo su prestigio en el contraste con los artículos
similares que comenzaron a aparecer en cierto momento, procedentes del mercado
de occidente. Fueron los más baratos que se venderían jamás en Cuba: una vara
podía comprarse por 12 pesos, moneda nacional, y un carrete de esa modalidad
técnica por sólo 6. Pero las cañas se quebraban en las manos casi sin la
presión de un pez y a los piñones de los carretes se les reconocía vida muy
limitada.
(
Unos años duraría la bonanza para
el bolsillo del pescador aficionado, pero al cabo los equipos de pesca
recreativa entraron, como otros muchos renglones, en la categoría de artículos
deficitarios. La carencia de sedales llegó a ser tan crítica que el boletín Rascacio, órgano de la Comisión
provincial de pesca deportiva en la ciudad de La Habana, llegó a publicar
indicaciones para obtener líneas de pesca mediante el deshilado de estropajo de
fregado de cristalería doméstica y a partir de telas de malla contra mosquitos 15.
Unos cuantos pescadores
recreativos aprendieron a fabricar anzuelos de modo artesanal, alcanzando
algunos de ellos una sorprendente perfección, debido, en muchos casos, a que la
iniciativa iba acompañada de conocimientos como técnicos de nivel medio (o
superior) en tecnología de los metales, debido al acceso gratuito a la
educación que el sistema de gobierno del país garantizaba. De ese modo, como
parte de la “economía sumergida” que durante la última década del siglo XX fue
la demostración más visible de la capacidad de resistencia del cubano ante la
crisis, entre otras formas de gestión se difundió la venta de avíos de pesca.
En junio de 1987, un trienio
antes de que se hiciera público el inicio del “Período especial en tiempo de
paz” 16, la dirección provincial de
Comercio Minorista en Ciudad de La Habana dictó una “Instrucción para normar la
venta de avíos de pesca” en la capital.
Según
el documento, los artículos de esta clase serían adquiridos por el público en una
red de tiendas específicamente designadas, a razón de uno o dos
establecimientos por municipio. Para acceder a tales productos, los pescadores
aficionados debían presentar el Carné marítimo o el Carné de costa fluvial y la
tarjeta de asignaciones de artículos de pesca. Lo cual significaba que para
adquirir avíos era requisito obligado ser afiliado a la Federación Cubana de
Pesca Deportiva, entidad adscrita al INDER que era la encargada de la entrega
de dichos documentos.
Existía una norma de venta, según
la cual el aficionado podía adquirir, en cada oportunidad de compra, 300 metros de monofilamento o un rollo de
1000 metros en los casos que estos vengan en esta medida, 25 anzuelos, 12
unidades de carnada artificial, 10 quitavueltas, 1 vara de pescar, 1 carrete.
El término para la compra regulada era de 60 días y luego seguía un período de
30 días durante los cuales los excedentes podían ser comprados por cualquier
afiliado sin tomar en cuenta el municipio de su inscripción y sin necesidad de
hacer anotaciones en la tarjeta de control. Pasada esta etapa, al cabo del
tercer mes de llegar la oferta a los mostradores de la tienda, los avíos podían
ser comprados por "cualquier consumidor, sea o no aficionado a la
pesca". Quería decir: sea o no afiliado a la Federación. Por lo general
eran los anzuelos los únicos artículos que quedaban como excedente, tal vez
debido a la norma de venta tan reducida en relación con los volúmenes en que se
transportaba dicho producto.
Apenas a tres meses de ese
diálogo entre altos niveles de dirección, la filial capitalina de la FCPD se
quejaba ante el departamento de Recreación de la Dirección de Deportes en
Ciudad de La Habana por "El descontrol indiscriminado de la venta de
artículos deportivos no auspiciado por la Federación y que han dado al traste
con el prestigio de la misma y los asociados hayan pedido en masa su baja”.
1995: "Se
debe continuar luchando por la adquisición de artículos para la pesca que
puedan ser vendidos a los afiliados a la Federación". 20
1997:
"Tenemos que llegar con un poco de nailon y anzuelos, por lo menos, para
los que participan en las competencias municipales". 21
La oferta de avíos de pesca deportiva en la red comercial en divisas
(Tabla 1)
Por mucho tiempo hubo una tienda
en la Marina Hemingway a la cual acudíamos casi todos los pescadores,
habitantes de la ciudad o del interior de la Isla. Otra, con un surtido en
apariencia algo más especializado en la pesca, estuvo en un local de calle 20
entre 3ra y Primera, en Miramar. Pero un buen día una y otra desaparecieron,
cada una en su momento, y algunas que entraron en funciones aleatoriamente, o
pusieron en los estantes algún surtido a ver qué pasaba, pues simplemente no
dejaron ni recuerdo. El más regular mercado de avíos de pesca en Cuba está en el
muro del Malecón de La Habana, y se ruega no entender un elogio a priori en
esta información. Unos pocos pescadores aficionados, en el transcurso de la
primera década de los años 2000, se las han arreglado para mantener una oferta
de cierta calidad al asumir la función comercial, aunque un comercio en
precario, llevado con cautela, de modo francamente subrepticio, ofrece mucho
menos servicios a los clientes y beneficios a sus gestores, de lo que cabría
esperar si recibieran la misma cobertura legal que las paladares y el
alojamiento privados, sobre todo si la posibilidad de importar productos, o
adquirirlos en el país a precios mayoristas despejara su camino.
Durante el segundo trimestre del
año 2000 fueron visitados cuatro establecimientos comerciales en divisas de la
capital, en cuya oferta se hallaron unos pocos artículos de pesca. Se halló un
surtido en oferta absolutamente desestructurado: un solo tipo y número de
anzuelos en oferta, debido a que las numeraciones más demandadas por el
aficionado desaparecían rápidamente de las tiendas, probablemente acaparadas
por revendedores. Las líneas de monofilamento carente de los calibres finos
requeridos por el pescador de spinning a vara y carrete, y asimismo de las
resistencias medias que requiere la pesca al vivo y la de la rabirrubia al
vuelo. En contraste, el 6 de mayo del
2000 se encontró un probable remanente de viejos almacenes en la tienda
París-Viena (calle Monte, Habana Vieja), unas antiguas madejas de nailon
de 1.2 mm de diámetro,
procedente de la República Democrática Alemana, a un precio de 400.00 pesos moneda
nacional la madeja de 1 000 metros; es decir, el equivalente a unos 16 dólares.
Ninguno de los señuelos conocidos por el aficionado local esperando al cliente
en las estanterías; la oferta parecía representar más la habilidosa
conveniencia de los abastecedores foráneos que el conocimiento del mercado por
parte de los importadores locales. Estaban presentes por largos períodos en las
vidrieras algunas varas y carretes de marcas ya conocidas por la afición local
(“Shakespeare” y “Daiwa”), a precios necesariamente elevados para el poder
adquisitivo de la población. De cualquier forma, no tardarían los tiempos en
que los cubanos comenzaran a habilitarse con equipos más de su preferencia,
caracterizados sobre todo por su poder ante el riguroso empleo en las
pesquerías a spinning marítimo costero. Sería el resultado de mayores contactos
con familiares y amigos residentes en el exterior y de viajes que algunos
pudieron realizar por sí mismos, durante los cuales visitarían conocidos
centros comerciales especializados en artículos de pesca y accederían a
información de revistas, catálogos e internet.
En el año 2003 se inició un proyecto con una compañía
española para crear una red comercial especializada en la venta de avíos de
pesca en todo el país. Los dos primeros establecimientos fueron inaugurados en
las localidades costeras de Cabañas y Surgidero de Batabanó, al norte y sur,
respectivamente, de ese territorio inmediato a la capital, resultado de un acuerdo
entre Cubanacán Náutica y la compañía española Cebansa. Haciendo uso de
pequeños inmuebles, reconstruidos y habilitados en puntos céntricos de ambas
poblaciones, las ferreterías náuticas "Marlin" ofrecían un surtido
amplio y bien pensado de avíos de pesca, equipos de buceo y artículos de uso a
bordo de cualquier embarcación, desde cabos hasta anclas, para su
comercialización en divisas. A partir
de la experiencia del establecimiento del mismo tipo que funcionó en la Marina
Hemingway, la red de ferreterías
náuticas se extendería de manera paulatina a todo el país, donde contaban con
atraer principalmente al inexplorado mercado de los aficionados a la pesca
recreativa. 23 Esta línea
de mercado es aun territorio virgen en el territorio.
Una prueba de terreno
En la memoria de los cubanos,
eran esos los años del “Período Especial”, con tales carencias que la falta de
un anzuelo o una carga de nailon para un carrete de pesca habría sido un asunto
meramente sin importancia, salvo por el hecho de que un equipo de pesca fue
para muchos la posibilidad de conseguir un suplemento de alimento, en la forma
a veces de buenas truchas, o algún pargo, rabirrubia u otros accesibles desde
la costa marina o a bordo de las balsas que proliferaron cada día más, hasta
entrar en los epígrafes de los acontecimientos políticos en la forma de una
crisis migratoria. 24
En la medida en que avanzaba la
década final del siglo XX, eran mayores las carencias de todo tipo y las
fuentes de adquisición de avíos de pesca se caracterizaron por alguna de las
siguientes alternativas:
ü Aparición
esporádica de tales artículos en establecimientos comerciales de la red estatal
e moneda nacional, sin regularidad ni mucho menos estabilidad.
ü Mercado
informal a nivel de población, de producciones artesanales de anzuelos,
señuelos, carretes de madera (yoyos) y otros aparejos. El sedal de
monofilamento de nailon, también en esa oferta, provenía de “desvíos” de
almacenes estatales, desechos de producciones u otras fuentes desconocidas. Se
llegaba a conseguir, por sacos, ciertos volúmenes de línea de pesca de diversas
características, mezcladas entre sí, que el comprador debía desenredar y
embobinar para luego venderlas.
ü Obsequios
de familiares o amigos procedentes del exterior. Eventualmente, parte de esos
regalos entraban en el ciclo de comercio informal, por necesidades de las
personas que originalmente los recibían.
ü Oferta
irregular, esporádica, y con visible desconocimiento de las características de
la demanda de tales artículos, en establecimientos comerciales de la red
estatal que operaba en divisas.
En el presente trabajo se estudia
la demanda de avíos de pesca deportiva en el país a nivel de población, es
expuesta la oferta de un grupo de establecimientos
comerciales y proponer un surtido base que satisfaga estas necesidades de
manera oportuna. Como método para evaluar la demanda de avíos de pesca en una
muestra de la población cubana se llevó a cabo una serie de pruebas comerciales
en situaciones reales. Los métodos de oferta abarcaban las modalidades de
puerta a puerta, venta en la vía pública y mediante encargos. La venta en la
vía pública mediante el pregón de la mercancía poseía cierto margen de riesgo,
debido a la incidencia de multas o incluso detenciones y decomisos, pero resultaba
asimismo el procedimiento que más rápido llegaba a un mayor número de clientes
potenciales. El autor preparó las notas de esta experiencia a partir de sus
propias acciones de subsistencia en el referido período, que abarcó más de una
década.
Se alcanzó a realizar una docena
de pruebas de venta, entre diciembre de 1999 y abril del 2000. Como área de
ensayo se dispuso de una docena de localidades al oeste de la ciudad,
pertenecientes a los municipios de La Lisa 25,
Bauta y Caimito. 26 Para elegir esta
zona se tuvo en cuenta la existencia en su demarcación de cuatro embalses
frecuentados por los pescadores, además de la proximidad de la costa marina del
norte del territorio, con fondeaderos deportivos en Jaimanitas, Santa Fé y
Playa Baracoa.
Municipio Caimito
I Naranjo
Sur
II Rancho Grande
III Pueblo Nuevo
IV Ceiba del Agua
V Guayabal
VI Caimito
VII Aguacate
Municipio Bauta
VIII Baracoa
IX Ben Tré
X Rosa Marina
XI Bauta
Provincia Ciudad de La Habana (actual La Habana)
Municipio La Lisa
XII Punta Brava
Para el desarrollo de las pruebas
de venta se contó con un surtido base de líneas de monofilamento de nailon en
varias resistencias; dos tipos de anzuelos, denominados A (anzuelos de fabricación
artesanal, del número 1 o inferiores) y B (anzuelos de fabricación industrial,
del número 1 o inferiores), y asimismo lombrices artificiales, carretes de
madera (yoyos), quitavueltas y plomadas (Tabla 2).
Fueron realizadas en total 22
visitas a localidades de pescadores, en las cuales hubo 205 compradores, con
una erogación media percápita de 19.27 pesos moneda nacional (Tabla 3). Bauta resultó
el municipio donde mayor interés provocó la oferta, con una media de 10.5
compradores por visita y un resultado promedio en ingreso de 194.25 pesos por
cliente (Tabla 4).
Las localidades de este territorio frecuentan dos embalses (Maurín y Baracoa),
pescan de orilla en su propia franja litoral y asimismo realizan la pesca desde
embarcaciones. En contraste, Caimito tuvo 8.92 compradores por visita de venta,
con un menor desembolso, lo cual probablemente exprese la mayor tendencia a la
pesca fluvial que caracteriza sus
localidades (embalse La Coronela, principalmente). La población de Punta Brava,
en el municipio de La Lisa tuvo resultados más elevados, pero con solo dos
pruebas de pesca no puede considerarse saldo suficiente para una conclusión, no
obstante la gran afición a la pesca de sus aficionados, pues estos suelen
adquirir sus avíos no solo a vendedores ambulantes, sino asimismo en el Malecón
de La Habana, que es la gran feria de venta de equipo de pesca en la ciudad.
La acción de adquirir los
artículos de pesca fue directamente asumida como indicador de motivación hacia
este tipo de productos, independientemente del volumen de artículos en la
compra, lo cual permitió establecer una escala simple para interpretar la
diferente valoración que poseía entre los aficionados los diversos artículos, o
sea, su necesidad y la decisión de adquirirlos en base a la capacidad
adquisitiva del momento. Esto permitió establecer de forma cuantitativa la
mayor motivación de compra para los anzuelos tipo A (131), más baratos y
perfectamente funcionales en las pesquerías de agua dulce, donde la corrosión es
menos agresiva y los peces de menor peso y potencia al defenderse. Un
componente más duradero del avío, las líneas de monofilamento de nailon,
obtuvieron un índice de 96, en lo cual influía la escases o ausencia de este
artículo en la red comercial local. Por resultar más caros y su demanda en
general limitada a los pescadores marítimos, el índice de motivación de compra
fue de solo 58 para los anzuelos tipo B, de producción industrial y mayor
tamaño. En la caracterización del período debe anotarse, por un lado, el hecho
de que no era tan frecuente como después lo ha sido, el hecho de que los
aficionados a la pesca recibieran esos artículos por obsequio de amigos y
familiares residentes en el exterior. Otros artículos que tuvieron alguna
demanda fueron las lombrices artificiales (20 compradores), los carretes de
madera (7 compradores). De los anzuelos tipo A, el 43.5% de clientes adquiere
entre 5 y 10 unidades (Tabla
5), y de los del tipo B esa
cantidad de artículos la compra el 31% de los que se inclinan por ese renglón (Tabla 6). En ambos casos
hay compras desde uno a más de 10 anzuelos. Según muestra la Tabla 7, la compra de
nailon de pesca mostró una amplia inclinación por los tramos cortos para
aparejar varas criollas (25%) y enrollar “betas” de hasta 50 metros (39.7%) en
recipientes cilíndricos de latón y conductos plásticos de desagüe, mayormente para
pescar en agua dulce, a veces de modo específico para la trucha, con lombriz
artificial trabajada a mano, en lugar de a vara y carrete. De la venta total de
línea de pesca, ascendente a
5
824 metros, compran cargas de más de 100 metros de nailon, solo el 12.4%
de los compradores, entre los cuales un llamativo 22.9% adquiere entre 51 y 100
metros.
Hubo demanda a la que no fue
posible dar respuesta, entre cuyos renglones el más relevante fue la marcada
necesidad de Monofilamento de nailon de 25-30 lb de resistencia, útil para
pesquerías que importan bastante en la tradición local, como la de la
rabirrubia al vuelo y las que emplean con carnada viva en general. Asimismo
hubo solicitud de cordeles de 100 a 200 libras de resistencia, particularmente
para aparejar calas del alto (Anexo 1).
Pedidos de avíos de pescar para
fines inusuales se constataron y se deja constancia de ellos en el Anexo 2, como usos que la
tradición cultural no ha registrado. Representaciones propias del período
histórico serán, probablemente, la solicitud de anzuelos usados, para uso ritual
en trabajos de religión afrocubana; asimismo, nailon muy resistente para la
confección de trampas protectoras de cultivos y crías de animales, y
monofilamento de mediana resistencia para coser zapatos y gomas de bicicletas
(el vehículo salvador del “período especial”), en un intento de alargar la vida
útil de estos artículos, en ausencia de los cordeles tradicionales empleados
por zapateros.
En base a los precios de venta en
el mercado irregular de los artículos para la pesca fue posible calcular los gastos
en que debía incurrir un aficionado para equiparse de modo básico en esa etapa (Anexo 3). Aunque el
acceso a los productos probablemente
resultara más crítico que su costo,
no debe pasarse por alto que en el caso de algunas modalidades los
gastos previsto podían sobrepasar ampliamente los ingresos por salario
mensual. Una vara criolla podía
aparejarse por solo 17 pesos y un equipamiento para pesca costera a línea
manual podía completarse por unos $ 225.00 moneda nacional. Pero el pescador
debía exprimir sus recursos (vender pescado era una fórmula socorrida) si
quería equiparse para mayores empeños.
Anexo 1
Demanda no satisfecha
1- Varas de spinning
2- Carretes de spinning
3- Rapalas
4- Carretes de madera
5- Pollitos artificiales (jigs)
amarillos
6- Plomadas
7- Boyas flotador
8- Anzuelos “de fábrica”
9- Anzuelos # 4 y # 5
10- Monofilamento de nailon de
25-30 lb de resistencia.
11- Monofilamento de nailon de
100-200 lb de resistencia.
12- Alambrada “Chipiyama”
Anexo 2
Demanda atípica
1- Anzuelos usados, para su
empleo ritual en trabajos de santería afrocubana.
2- Quitavueltas para atar
animales, como perros o gallos de pelea,
3- Monofilamento de nailon para
albañilería. Preferencia por líneas de 80 libras de resistencia, en colores
azul o verde.
4- Monofilamento de nailon de más
de 100 lb de resistencia para:
-Izar
jaulas de cazar aves a la altura de los árboles.
-Trampas
y detectores rústicos de intrusos en áreas de cultivos y cría de animales.
-Frenos
y aceleradores de motocicletas. Operadores de ventanillas de automóviles.
-Cosido
de telas de malla en casas de cultivo (aceptad desde 80 lb de resistencia).
5- Monofilamento de nailon de 30
a 40 libras de resistencia para cuerdas de guitarra.
6- Monofilamento de nailon blanco
de 30 a 40 libras de resistencia para costura de vuelos ondulados de vestidos
de novia y fiestas femeninos.
7- Monofilamento de nailon de
25-27 libras de resistencia como sustituto de cordel para coser zapatos y gomas
de bicicletas.
Anexo 3
Costo base del equipamiento de un pescador, según modalidad:
Pesca fluvial a vara criolla
-Vara
criolla................................$10.00
-Monofilamento de
nailon.......... $2.00
-Anzuelos.....................................$5.00
Total 17.00
Pesca marítimo costera a línea
manual
-Carretes (2 al
menos)......................................$30.00
-Monofilamento de nailon (400
m)...............$ 160.00
-Anzuelos (10 A + 10
B)..................................$30.00
-Plomadas
(10)...................................................$5.00
Total $
225.00
Pesca marítima desde
embarcación a línea manual
-Carretes
(5)........................................................$80.00
-Monofilamento de nailon (1 000
m)...............$ 400.00
-Anzuelos (20 A + 30
B).....................................$70.00
-Plomadas
(20)....................................................$10.00
Total $
560.00
Pesca de la trucha a spinning
-Vara + carrete de
spinning......................$ 300.00
- Monofilamento de nailon (c/ 100
m).......$ 40.00
-Anzuelos (al menos
5)..............................$ 10.00
-Lombrices artificiales
(10).......................$ 25.00
Total $
375.00
*Nota: No se incluye el costo de
una balsa, de poliespuma o neumático inflable, imprescindible para esta pesquería.
Inicialmente los elementos para este equipo auxiliar pudieron conseguirse como
desechos, pero en la medida que su utilidad llamó la atención se convirtieron
en productos comercializables.
Pesca a spinning marítimo
costero
- Vara de spinning..........................................$400.00
- Carrete de
spinning......................................$400.00
- Monofilamento de nailon (300
m)...............$ 120.00
-Anzuelos (10 A + 10
B)..................................$30.00
-Pollitos artificiales
(5).....................................$ 75.00
Total $
1025.00
Nota: No se incluye costo de
otros señuelos artificiales, tales como Rapalas, a un costo de alrededor de 7
dólares la unidad, o de modelos artesanales, que comenzaban a producirse, cuyo
precio de inicio fue de unos $30.00 en moneda nacional.
NOTAS
1.- Bitácora,
La Habana, no. 3, verano 2000, p. 10.
2.- Según un artículo publicado por The Saturday
Evening Post el 8 de febrero de 1941 y reproducido en español por la revista
cubana Carteles el 23 de marzo del mismo año.
3.- The International Angler, Dania Beach
(Florida), Vol. 62, no. 4, July-August, 2000.
4-
También se empleaban los cordeles de cáñamo o algodón. Para ver más detalles
acerca de este tipo de material de pesca, véase el capítulo tercero del libro Técnicas y peces del aficionado cubano
(2014).
5- Ismael León Almeida:
“Salvador, el del Aurora”. Sección
“Avío Criollo” del blob Cubanos de Pesca (http://avio-criollo.blogspot.com/2013/05/salvador-el-del-aurora-el-privilegio-de.html),
2013.
6- Solar, Tony: The Guide to Hunting & Fishing in Cuba,
1958, página 157.
7 Carteles, Año 33, No. 18, 4 de mayo de 1952, p. 91.
El remitente se nombraba Julio Miró. También señala la poca potencia del motor
de embarcaciones que se dedican a la pesca con boyas, que al parecer querían
prohibir.
8- Rafael Gastell: "…Y pescamos 5 truchas". Fotos, La Habana, junio de 1952, p. 31.
9- Fotos, La
Habana, Vol. 11, No. 120, febrero 1956, p. 31.
10-
En la bitácora manuscrita del yate Tico
Pilín, del conocido saxofonista y pescador de agujas Modesto Tico Viada Machado, se lee que en el
verano de 1967 fueron capturadas dos peces de pico con hilos del número 9 y del
15, respectivamente (Técnicas y peces del
aficionado cubano, capítulo 3).
11- Guía del
Pescador 1954, editada por Ernesto Aguilera, Editorial Fotos, S.A.
12- Acerca de Antonino
Rodríguez, que dirigió por muchos años un club municipal al oeste de La Habana,
véase la entrevista “La verídica historia de un pescador que abandono el mar
para irse a pastorear truchas” (Rascasio,
La Habana, marzo- abril 1991) en la sección “Galería de Prensa” del blog:
http://galeriadeprensa.blogspot.com/
1991/03/la-veridica-historia-de-un-pescador-que.html.
13-
Ismael León Almeida: “Blakaman, in memorian: conversaciones con un
profesional”. Bitácora, La Habana, No
8, otoño 2001, p. 48.
14-
Ismael León Almeida: “Los viejos carretes rusos: «дельфин-8»” (http://cubaspinningclub.blogspot.com/2016/12/los-viejos-carretes-rusos-8-ahora.html).
15- Rascacio,
La Habana, Año IV, No. 17, Agosto 1983, p. 12.
16-
http://www.cubagob.cu/otras_info/minfar/periodo_especial.htm. Tomado de
Internet el 2 mayo de 2009.
17- Rascacio,
La Habana, Año 1, No. 3, mayo-junio 1991.
18- Pleno provincial de la FCPD, Ciudad de La Habana,
27 de diciembre de 1992.
19- Reunión ordinaria del Ejecutivo Nacional de la
FCPD. Acta No. 27, 27 de noviembre de 1992.
20- Informe al V pleno Nacional de la FCPD. Boca de
Camarioca, Matanzas, 23 de junio de 1995.
21- Alberto Puig de la Barca, presidente de la FCPD;
Informe al VIII Pleno Nacional, Boca de Camarioca, Matanzas, 20 de junio de
1997.
22- Fidel Castro Ruz: Discurso en Santiago de Cuba, 26
de julio de 1993. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1993/esp/f260793e.html
23- Sol y Son,
La Habana, No. 81, No. 6 de 2003, p. 55. Destinos, No. 18, 1ra. quincena
octubre 2003.
24- En el verano de 1994, 35 000 cubanos abandonaron
la isla en balsas; la mayoría fueron interceptados y concentrados en la base
naval de Guantánamo, hasta que se puso fin a la crisis mediante un acuerdo
entre Cuba y estados Unidos, hecho público el 2 de mayo de 1995 (“El nuevo
acuerdo migratorio EEUU/Cuba dejó resuelto el problema de los balseros”. Cuban Review, La Habana, junio
1995).
25- Entonces municipio de la provincia Ciudad de La
Habana, actualmente La Habana.
26-
Antiguamente municipios de la provincia de La Habana, hoy Artemisa.
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