7.25.2017


NOTAS SOBRE LA COMERCIALIZACIÓN DE AVÍOS DE PESCA EN CUBA
© Ismael León Almeida
La masiva la práctica de la pesca deportivo recreativa a escala mundial, el desarrollo tecnológico del equipamiento requerido por esta actividad, y el auge de la oferta de productos turísticos en base a pesquerías en diversas modalidades y escenarios, ha motivado a algunos Estados a tomar interés en las potencialidades económicas de la pesca efectuada  como afición. Para Michael Leech, antiguo presidente de la International Game Fish Association (IGFA), la pesca deportiva es “una industria mundial, probablemente más valiosa que la pesca comercial” 1. Si en 1941 el director del Metropolitan Miami Winter Fishing Tournament estimaba en más de mil millones de dólares el monto anual de gastos directos e indirectos erogados por los pescadores deportivos norteamericanos 2, en el año 2000 la pesca deportiva inyectaba anualmente 108 mil millones de dólares en la economía de esa nación 3.
Uno de los componentes esenciales en los gastos del aficionado es la adquisición de avíos de pesca. Lo mismo el económico pescador de vara criolla, que con un par de anzuelos y cuatro brazas de nailon se mantiene todo un año entretenido en su laguna acopiando tilapias, que el dueño de un yate de 54 pies atracado en Fort Lauderdale, con media docena de varas de troleo y sus correspondientes para cobrar agujas en el Gulf Stream, ningún aficionado consecuente se libra de hacer desembolsos anuales para reponer partes de sus avíos.
Durante el último medio siglo, los aficionados cubanos a la pesca han afrontado muy diversas circunstancias para renovar el material gastable de su instrumental de pesca. De la adquisición racionada de línea de nailon y anzuelos a bajo costo, a la venta en unidades comerciales de expendio en divisas, la iniciativa personal ha tenido muchas veces que desempeñar su papel para mantener la funcionalidad los avíos, que para muchos resultaron más que un pasatiempo, a veces del todo la posibilidad de obtener ingresos para sostenerse la economía familiar.

Síntesis histórica
Antes de la aparición del monofilamento de nailon, los pescadores cubanos usaban como línea de pesca una cuerda de fibra vegetal conocida como pita catalana 4, y ataban anzuelos sin argolla. Según testimonios de pescadores, todavía en la década del 1930 en las ferreterías de La Habana pagaban 60 centavos por cada ciento de anzuelos a operarios que se dedicaban a ejecutar un entorchado de alambre a cada pieza, para facilitar su amarre a la línea 5. En el Malecón los aficionados se valían de largas cañas de bambú,  aparejándolas con una línea de alambre de bronce, para pescar desde la costa roncos, parguetes, cuberetas, caballerotes y rabirrubias. Tales cañas de bambú las conseguían en las estibas de sacos de arroz que llegaban al puerto procedentes de Japón. Eran largas, de veinte a veintidós pies, y ellos tenían un procedimiento para prepararlas y dejarlas bien rectas.
Por esta misma época, era notoria la carencia en el país de avíos apropiados para la pesca de agujas, especies que entonces comenzaban a atraer a Cuba a cierto número de pescadores aficionados norteamericanos. Uno de ellos fue Ernest Hemingway, el famoso escritor, que vino por primera vez en 1932 y tres años después escribió un capítulo titulado "Marlin off Cuba", para un famoso libro de pesca. En ese trabajo reproduce la carta de un compatriota suyo que residía en Cuba y expresa que en el país "los barcos no están adaptados para esta pesca y los principiantes generalmente comienzan con avíos baratos e ineficaces".
Gotfried K. Smith, ejecutivo de una compañía textil norteamericana con sede en Cuba, recomendaba todavía en 1958 a los turistas que trajeran al país sus propios equipos de pesca: "Usted puede comprar avíos aquí, y hay una nueva tienda de avíos que tiene una preciosa selección -Kon Tiki, en el Vedado. También Santiago en Casa Tarín, en La Habana, y Casa Vasallo (…) ―. Usted puede comprar anzuelos, presillas, líderes de alambre y línea, además de varas y carretes, pero esté preparado para pagar altos precios por estos avíos…" 6.
La pesca con sedal a mano permanece como una tradición bien enraizada en la pesca recreativa cubana, lo mismo marítima que en aguas interiores. En la supervivencia de esta técnica existe un factor de índole económica, como se aprecia en la siguiente carta que envía un aficionado, empleado de una casa comercial habanera, a la revista Carteles, que la publica en mayo de 1952:
"Es indiscutible que el equipo de vara y carrete requiere dos equipos: uno para los pejes chicos y otro para los grandes. El equipo de pejes chicos comprende, por lo menos, dos varas, dos carretes y dos líneas de hilo, cuyo valor no baja de $400.00, comprando varas, carretes e hilos de calidad regularcita, no de la mejor. El equipo pesado de los pejes grandes, tambien comprende iguales accesorios, pero con un costo mucho mayor, que tampoco baja de $600.00 como mínimo. No necesito decirle, porque usted lo sabe de memoria, lo que cuestan los equipos de primera categoría.
"Esto haría un total de unos $1000.00, sin contar los accesorios auxiliares, como son las varas, los bicheros, cuqueadores, anzuelos, cables, etc.
"Sin embargo, un equipo del mejor, para pesca profundizada con boyas y un total de 16 ó 20 avíos, no pasa de $250.00 a $275.00, incluyendo todos los accesorios auxiliares" 7.
Un anuncio publicitario insertado por la tienda El Deporte en la revista Fotos (edición  
de julio de 1954, página 30), muestra los precios de algunos equipos:
            Varas                                                                                        Carretes  
            Casting, mango de corcho: 2,98                       3/0  Ocean City: 21.50
            Casting, cristal hueco:        5,95                       5/0  Ocean City: 27.50
            Spinning, sólida:                 6,95                       6/0  Ocean City: 33.50
            Spinning, hueca, heavy:    18.95                       9/0  Penn             37.50
            Para bote, Cristal solido      6.95
            Para bote, cristal hueco      11.95
Los avíos de spinning llegaron al mercado cubano después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron, en principio, poca aceptación, debido a que los pescadores de vara y carrete continuaban fieles a los antiguos sistemas de casting y la inmensa mayoría seguía prefiriendo la línea a mano. Hizo nuevamente su aparición a finales de 1952 y dos años después había incrementado sus ventas hasta acaparar el 75 por ciento del mercado, mientras el bait y el plugcasting lograban el 24,3 por ciento de las compras y a los equipos de fly (pesca a la mosca les quedaba menos del uno por ciento.
A mediados de 1952 era el baitcasting la técnica más aceptada por el cubano, según lo demuestra un artículo de la revista Fotos, donde, al relatar una pesquería de truchas en el río Mayabeque, se ilustra al lector con este dato: "Contamos actualmente con tres tipos de varas para la pesca al lanzado: las de bambú, metal o cristal". Eran cañas de baitcasting de 4 y medio a seis pies de longitud; las líneas usadas en ese momento eran de nylon y en los carretes se enrollaban 50 yardas  8.
En la acelerada conquista del mercado cubano por los equipos de spinning tuvo un importante papel la serie divulgativa acerca de esa técnica, publicada en la revista Fotos por Aladino Sanchez, primer dueño de la tienda Kon Tiki, uno de los primeros establecimientos cubanos que vendió esos equipos. 9 El monofilamento de nailon, en sus primeros tiempos aceptado como material para líderes, a partir de la exacta mitad del siglo se impuso como logro tecnológico en todo tipo de líneas de pescar, mientras los antiguos sedales desaparecían del mercado cubano del modo más natural, con la razón adicional del apartamiento del mercado norteamericano, y solo algunos aficionados, presumiblemente muy cuidadosos de su equipo, los tuvieron en uso hasta muy avanzada la década de los sesenta. 10
A finales de 1952, la casa Vasallo vendía en 1.20 pesos el centenar de yardas de naylon, en una gama de resistencias desde 11 a 73 libras. Tarín Sport, competidora de la anterior, proclamaba en tanto que sus hilos de pesca eran “los legítimos Dupont de nailon”. 11 Por esta época ya existían en La Habana cierto número de establecimientos más o menos especializados en la venta de avíos para la pesca deportiva. En la citada Guía del Pescador de 1954 aparecen como anunciantes los siguientes:

  • Importadora Bosgon, SA, Marina y Vapor, La Habana: varas Tycoon, carretes Fin nor y Penn.
  • El Deporte, Amistad 205, esquina a Neptuno: artículos para pesca Atlantis y Quick; gran surtido en varas de casting y spinning; carretes alemanes.
  • Casa Zaldo, Belascoaín 107: "De todo para el pescador a los precios más bajos".
  • El Faro, 11 y 16, Vedado: Accesorios marinos y avíos de pesca en general.
  • La Antigua Cuchillería, Galiano 466 e/ Zanja y San José: Efectos de caza y pesca.
  • SEARS, centro de pesca J.C.Higgins: La Habana, Marianao, Santa Clara, Santiago de Cuba, Cienfuegos, Holguín.
  • Ferretería La Marina, San Pedro 306: efectos navales y de pesca en general.
Otra casa comercial de aquellos años era mencionada por el conocido pescador aficionado Antonino Rodríguez, cuya maestría como deportista de avíos ligeros fue ampliamente reconocida en la pesca de la trucha. Según testimonio de Rodríguez, la tienda "El Spinning" organizaba competencias de pesca de truchas entre sus clientes antes de 1959. 12
La Kon Tiki, de Aladino Sanchez, fue luego adquirida por Manuel Bell Gorgas, Blakamán, un pescador de leyenda fallecido en 2001. Tenía su local en  la avenida Tercera y calle 10, en el barrio del Vedado, una zona muy frecuentada por pescadores debido a su proximidad por el río Almendares, donde tenían sus embarcaciones una buena cantidad de pescadores deportivos de la ciudad. Aunque los más pudientes compraban sus avíos directamente en tiendas de Miami, el propietario tenía la estrategia de ofrecer servicio de mantenimiento y reparación de varas y carretes de pesca, algo que interesaba a todo el mundo. También fabricaban varas de spinning y trolling a pedido del comprador y vendían todo lo que es común en un establecimiento de este tipo, como sedales, anzuelos y muchos otros accesorios, enre neveras, cocinas de campaña y faroles de la línea Coleman.
En una entrevista con la revista Bitácora 13, el segundo propietario de la Kon Tiki manifestó que al principio era un negocio pequeño, pero lo ampliaron de año en año y llegaron a vender botes plásticos para armar en casa y a tener la representación de varias marcas de motores marinos y fuera de borda. Tenían poca competencia, principalmente por la Casa Tarín, que se especializaba en una gama más amplia de deportes, y su principal negocio era abastecer de uniformes a los equipos de béisbol de la capital. “Yo me especialicé en la pesca y eso era una ventaja”, comentaba Blakamán. Tenía clientes muy fieles, por ejemplo, en los pescadores comerciales de Batabanó, quienes adquirían en la tienda de la orilla del Almendares  motores marca Universal para sus embarcaciones. La publicidad de su negocio la garantizaba el propietario mediante un un programa de televisión que comenzó él mismo a realizar a mediados de los años cincuenta; se llamaba “Vámonos de pesca” y salía al aire durante media hora los domingos.
Después del cambio político ocurrido en la Isla en 1959, la ruptura de relaciones con Estados Unidos provocó la desaparición de los productos norteamericanos de las redes comerciales cubanas. Sistemáticamente comenzaron a hacer su aparición los avíos procedentes del campo socialista. Estos artículos eran adquiridos generalmente por el aficionado en ferreterías y tiendas de deportes. Tenían precios bajos, accesibles a todos los bolsillos sin importar el poder adquisitivo real e importancia de los salarios; todavía a finales de los años '70 el monofilamento de nailon más caro que se adquiría en una tienda no llegaba a costar un peso el centenar de metros, mientras dos décadas más adelante el metro de línea de pesca fijó su precio en 50 centavos, poco más o menos, según la resistencia de línea.
Dado que prácticamente el 85 por ciento de las importaciones cubanas provenían de la antigua Unión Soviética y otros países socialistas de Europa del este, tal era la procedencia de los avíos de pesca.   Los aficionados aceptaban bien los sedales que venían de Rusia o eventualmente de Alemania; los anzuelos rusos aún son buscados por pescadores entendidos a causa de su elevada fiabilidad. Soviéticos eran los carretes “Delfin”, con los cuales se bautizaron como pescadores a spinning una o dos generaciones de aficionados cubanos a la pesca 14, aunque acabarían por perder todo su prestigio en el contraste con los artículos similares que comenzaron a aparecer en cierto momento, procedentes del mercado de occidente. Fueron los más baratos que se venderían jamás en Cuba: una vara podía comprarse por 12 pesos, moneda nacional, y un carrete de esa modalidad técnica por sólo 6. Pero las cañas se quebraban en las manos casi sin la presión de un pez y a los piñones de los carretes se les reconocía vida muy limitada.
(
Unos años duraría la bonanza para el bolsillo del pescador aficionado, pero al cabo los equipos de pesca recreativa entraron, como otros muchos renglones, en la categoría de artículos deficitarios. La carencia de sedales llegó a ser tan crítica que el boletín Rascacio, órgano de la Comisión provincial de pesca deportiva en la ciudad de La Habana, llegó a publicar indicaciones para obtener líneas de pesca mediante el deshilado de estropajo de fregado de cristalería doméstica y a partir de telas de malla contra mosquitos 15
Unos cuantos pescadores recreativos aprendieron a fabricar anzuelos de modo artesanal, alcanzando algunos de ellos una sorprendente perfección, debido, en muchos casos, a que la iniciativa iba acompañada de conocimientos como técnicos de nivel medio (o superior) en tecnología de los metales, debido al acceso gratuito a la educación que el sistema de gobierno del país garantizaba. De ese modo, como parte de la “economía sumergida” que durante la última década del siglo XX fue la demostración más visible de la capacidad de resistencia del cubano ante la crisis, entre otras formas de gestión se difundió la venta de avíos de pesca.
En junio de 1987, un trienio antes de que se hiciera público el inicio del “Período especial en tiempo de paz” 16, la dirección provincial de Comercio Minorista en Ciudad de La Habana dictó una “Instrucción para normar la venta de avíos de pesca” en la capital.  
Según el documento, los artículos de esta clase serían adquiridos por el público en una red de tiendas específicamente designadas, a razón de uno o dos establecimientos por municipio. Para acceder a tales productos, los pescadores aficionados debían presentar el Carné marítimo o el Carné de costa fluvial y la tarjeta de asignaciones de artículos de pesca. Lo cual significaba que para adquirir avíos era requisito obligado ser afiliado a la Federación Cubana de Pesca Deportiva, entidad adscrita al INDER que era la encargada de la entrega de dichos documentos.
Existía una norma de venta, según la cual el aficionado podía adquirir, en cada oportunidad de compra, 300 metros de monofilamento o un rollo de 1000 metros en los casos que estos vengan en esta medida, 25 anzuelos, 12 unidades de carnada artificial, 10 quitavueltas, 1 vara de pescar, 1 carrete. El término para la compra regulada era de 60 días y luego seguía un período de 30 días durante los cuales los excedentes podían ser comprados por cualquier afiliado sin tomar en cuenta el municipio de su inscripción y sin necesidad de hacer anotaciones en la tarjeta de control. Pasada esta etapa, al cabo del tercer mes de llegar la oferta a los mostradores de la tienda, los avíos podían ser comprados por "cualquier consumidor, sea o no aficionado a la pesca". Quería decir: sea o no afiliado a la Federación. Por lo general eran los anzuelos los únicos artículos que quedaban como excedente, tal vez debido a la norma de venta tan reducida en relación con los volúmenes en que se transportaba dicho producto.
El sistema de venta controlada ofreció una solución muy provisional a las necesidades de los aficionados, pues a raíz de un pleno nacional de la FCPD el presidente del INDER, Conrado Martínez Corona, envió el 27 de mayo de 1991 una comunicación a Jorge Fernandez Cuervo Vinent, ministro de la Industria Pesquera, indicando la conveniencia de distribuir el escaso material de pesca disponible mediante las estructuras de la propia Federación, a fin de que los avíos llegaran a “los pescadores que más se destacaran en cada municipio”. Asimismo, se planteó la posibilidad de que el Ministerio de la Industria Pesquera pudiera venderle a la FCPD algún nailon y anzuelos que no estuvieran siendo empleados en la pesca comercial. 17
Apenas a tres meses de ese diálogo entre altos niveles de dirección, la filial capitalina de la FCPD se quejaba ante el departamento de Recreación de la Dirección de Deportes en Ciudad de La Habana por "El descontrol indiscriminado de la venta de artículos deportivos no auspiciado por la Federación y que han dado al traste con el prestigio de la misma y los asociados hayan pedido en masa su baja”. 
En noviembre de 1992 el INDER comunica a la Federación de Pesca que gestionaría una cifra en moneda libremente convertible para la adquisición de nailon y anzuelos, "que oportunamente  distribuirá el Ejecutivo Nacional" de la FCPD. 18 Un después de este mensaje a la asociación de parte de su “órgano de relación”, el pleno provincial de la Federación en Ciudad de La Habana informaba a sus miembros que habían resuelto y distribuido a los municipios, para su venta a los miembros: anzuelos, carnadas artificiales, varas y carretes (de spinning) marca Tokoz y carretes (de spinning) soviéticos. 19  Dado el corto tiempo transcurrido y la falta de constancia documental, es probable que la fuente de este oportuno abasto fuera en definitiva algún bien surtido almacén mantenido como reserva tal vez durante años y providencialmente “descubierto” en el momento de necesidad extrema, cuando ya la relación con los antiguos socios comerciales se hallaba rota.
Los plenos nacionales de la Federación Cubana de Pesca Deportiva mantuvieron en años posteriores la misma expectativa respecto a la solución de las necesidades de avíos de los aficionados:
1995: "Se debe continuar luchando por la adquisición de artículos para la pesca que puedan ser vendidos a los afiliados a la Federación". 20
1997: "Tenemos que llegar con un poco de nailon y anzuelos, por lo menos, para los que participan en las competencias municipales". 21

 La oferta de avíos de pesca deportiva en la red comercial en divisas (Tabla 1)
La despenalización de la tenencia de dólares abrió la puerta al sector comercial en divisas, que en pocos años cambió a la moneda libremente convertible nacional. 22  Debe expresarse que, a pesar de la notable demanda de avíos de pesca, y del probable éxito de algunos intentos de mantener en servicio algunos pocos establecimientos de venta de avíos de pesca en divisas que entraron en funcionamiento, el sector comercial del país no demostró en uno solo de los intentos estar al tanto de forma y contenido en este sencillo encargo. Sencillo, digámoslo sinceramente, a condición de que los ejecutores tuvieran idea del asunto en el cual se empeñaban en ganarse la vida.



Por mucho tiempo hubo una tienda en la Marina Hemingway a la cual acudíamos casi todos los pescadores, habitantes de la ciudad o del interior de la Isla. Otra, con un surtido en apariencia algo más especializado en la pesca, estuvo en un local de calle 20 entre 3ra y Primera, en Miramar. Pero un buen día una y otra desaparecieron, cada una en su momento, y algunas que entraron en funciones aleatoriamente, o pusieron en los estantes algún surtido a ver qué pasaba, pues simplemente no dejaron ni recuerdo. El más regular mercado de avíos de pesca en Cuba está en el muro del Malecón de La Habana, y se ruega no entender un elogio a priori en esta información. Unos pocos pescadores aficionados, en el transcurso de la primera década de los años 2000, se las han arreglado para mantener una oferta de cierta calidad al asumir la función comercial, aunque un comercio en precario, llevado con cautela, de modo francamente subrepticio, ofrece mucho menos servicios a los clientes y beneficios a sus gestores, de lo que cabría esperar si recibieran la misma cobertura legal que las paladares y el alojamiento privados, sobre todo si la posibilidad de importar productos, o adquirirlos en el país a precios mayoristas despejara su camino.
Durante el segundo trimestre del año 2000 fueron visitados cuatro establecimientos comerciales en divisas de la capital, en cuya oferta se hallaron unos pocos artículos de pesca. Se halló un surtido en oferta absolutamente desestructurado: un solo tipo y número de anzuelos en oferta, debido a que las numeraciones más demandadas por el aficionado desaparecían rápidamente de las tiendas, probablemente acaparadas por revendedores. Las líneas de monofilamento carente de los calibres finos requeridos por el pescador de spinning a vara y carrete, y asimismo de las resistencias medias que requiere la pesca al vivo y la de la rabirrubia al vuelo. En contraste, el 6 de mayo del 2000 se encontró un probable remanente de viejos almacenes en la tienda París-Viena (calle Monte, Habana Vieja), unas antiguas madejas de nailon de   1.2 mm de diámetro, procedente de la República Democrática Alemana, a un precio de 400.00 pesos moneda nacional la madeja de 1 000 metros; es decir, el equivalente a unos 16 dólares. Ninguno de los señuelos conocidos por el aficionado local esperando al cliente en las estanterías; la oferta parecía representar más la habilidosa conveniencia de los abastecedores foráneos que el conocimiento del mercado por parte de los importadores locales. Estaban presentes por largos períodos en las vidrieras algunas varas y carretes de marcas ya conocidas por la afición local (“Shakespeare” y “Daiwa”), a precios necesariamente elevados para el poder adquisitivo de la población. De cualquier forma, no tardarían los tiempos en que los cubanos comenzaran a habilitarse con equipos más de su preferencia, caracterizados sobre todo por su poder ante el riguroso empleo en las pesquerías a spinning marítimo costero. Sería el resultado de mayores contactos con familiares y amigos residentes en el exterior y de viajes que algunos pudieron realizar por sí mismos, durante los cuales visitarían conocidos centros comerciales especializados en artículos de pesca y accederían a información de revistas, catálogos e internet.
En el año 2003 se inició un proyecto con una compañía española para crear una red comercial especializada en la venta de avíos de pesca en todo el país. Los dos primeros establecimientos fueron inaugurados en las localidades costeras de Cabañas y Surgidero de Batabanó, al norte y sur, respectivamente, de ese territorio inmediato a la capital, resultado de un acuerdo entre Cubanacán Náutica y la compañía española Cebansa. Haciendo uso de pequeños inmuebles, reconstruidos y habilitados en puntos céntricos de ambas poblaciones, las ferreterías náuticas "Marlin" ofrecían un surtido amplio y bien pensado de avíos de pesca, equipos de buceo y artículos de uso a bordo de cualquier embarcación, desde cabos hasta anclas, para su comercialización en divisas.    A partir de la experiencia del establecimiento del mismo tipo que funcionó en la Marina   
Hemingway, la red de ferreterías náuticas se extendería de manera paulatina a todo el país, donde contaban con atraer principalmente al inexplorado mercado de los aficionados a la pesca recreativa. 23 Esta línea de mercado es aun territorio virgen en el territorio.


Una prueba de terreno
En la memoria de los cubanos, eran esos los años del “Período Especial”, con tales carencias que la falta de un anzuelo o una carga de nailon para un carrete de pesca habría sido un asunto meramente sin importancia, salvo por el hecho de que un equipo de pesca fue para muchos la posibilidad de conseguir un suplemento de alimento, en la forma a veces de buenas truchas, o algún pargo, rabirrubia u otros accesibles desde la costa marina o a bordo de las balsas que proliferaron cada día más, hasta entrar en los epígrafes de los acontecimientos políticos en la forma de una crisis migratoria. 24   
En la medida en que avanzaba la década final del siglo XX, eran mayores las carencias de todo tipo y las fuentes de adquisición de avíos de pesca se caracterizaron por alguna de las siguientes alternativas:
ü  Aparición esporádica de tales artículos en establecimientos comerciales de la red estatal e moneda nacional, sin regularidad ni mucho menos estabilidad.
ü  Mercado informal a nivel de población, de producciones artesanales de anzuelos, señuelos, carretes de madera (yoyos) y otros aparejos. El sedal de monofilamento de nailon, también en esa oferta, provenía de “desvíos” de almacenes estatales, desechos de producciones u otras fuentes desconocidas. Se llegaba a conseguir, por sacos, ciertos volúmenes de línea de pesca de diversas características, mezcladas entre sí, que el comprador debía desenredar y embobinar para luego venderlas.
ü  Obsequios de familiares o amigos procedentes del exterior. Eventualmente, parte de esos regalos entraban en el ciclo de comercio informal, por necesidades de las personas que originalmente los recibían.
ü  Oferta irregular, esporádica, y con visible desconocimiento de las características de la demanda de tales artículos, en establecimientos comerciales de la red estatal que operaba en divisas.
En el presente trabajo se estudia la demanda de avíos de pesca deportiva en el país a nivel de población, es expuesta  la oferta de un grupo de establecimientos comerciales y proponer un surtido base que satisfaga estas necesidades de manera oportuna. Como método para evaluar la demanda de avíos de pesca en una muestra de la población cubana se llevó a cabo una serie de pruebas comerciales en situaciones reales. Los métodos de oferta abarcaban las modalidades de puerta a puerta, venta en la vía pública y mediante encargos. La venta en la vía pública mediante el pregón de la mercancía poseía cierto margen de riesgo, debido a la incidencia de multas o incluso detenciones y decomisos, pero resultaba asimismo el procedimiento que más rápido llegaba a un mayor número de clientes potenciales. El autor preparó las notas de esta experiencia a partir de sus propias acciones de subsistencia en el referido período, que abarcó más de una década.
Se alcanzó a realizar una docena de pruebas de venta, entre diciembre de 1999 y abril del 2000. Como área de ensayo se dispuso de una docena de localidades al oeste de la ciudad, pertenecientes a los municipios de La Lisa 25, Bauta y Caimito. 26 Para elegir esta zona se tuvo en cuenta la existencia en su demarcación de cuatro embalses frecuentados por los pescadores, además de la proximidad de la costa marina del norte del territorio, con fondeaderos deportivos en Jaimanitas, Santa Fé y Playa Baracoa.


Provincia La Habana (actual Artemisa)
Municipio Caimito
I          Naranjo Sur               
II        Rancho Grande                          
III       Pueblo Nuevo                            
IV       Ceiba del Agua                          
V        Guayabal                                    
VI       Caimito                                      
VII     Aguacate               

Municipio Bauta
VIII    Baracoa                                      
IX       Ben Tré                                      
X        Rosa Marina                               
XI       Bauta                    

Provincia Ciudad de La Habana (actual La Habana)
Municipio La Lisa            
XII     Punta Brava          

Para el desarrollo de las pruebas de venta se contó con un surtido base de líneas de monofilamento de nailon en varias resistencias; dos tipos de anzuelos, denominados A (anzuelos de fabricación artesanal, del número 1 o inferiores) y B (anzuelos de fabricación industrial, del número 1 o inferiores), y asimismo lombrices artificiales, carretes de madera (yoyos), quitavueltas y plomadas (Tabla 2).
Fueron realizadas en total 22 visitas a localidades de pescadores, en las cuales hubo 205 compradores, con una erogación media percápita de 19.27 pesos moneda nacional (Tabla 3). Bauta resultó el municipio donde mayor interés provocó la oferta, con una media de 10.5 compradores por visita y un resultado promedio en ingreso de 194.25 pesos por cliente (Tabla 4). Las localidades de este territorio frecuentan dos embalses (Maurín y Baracoa), pescan de orilla en su propia franja litoral y asimismo realizan la pesca desde embarcaciones. En contraste, Caimito tuvo 8.92 compradores por visita de venta, con un menor desembolso, lo cual probablemente exprese la mayor tendencia a la pesca fluvial  que caracteriza sus localidades (embalse La Coronela, principalmente). La población de Punta Brava, en el municipio de La Lisa tuvo resultados más elevados, pero con solo dos pruebas de pesca no puede considerarse saldo suficiente para una conclusión, no obstante la gran afición a la pesca de sus aficionados, pues estos suelen adquirir sus avíos no solo a vendedores ambulantes, sino asimismo en el Malecón de La Habana, que es la gran feria de venta de equipo de pesca en la ciudad.



La acción de adquirir los artículos de pesca fue directamente asumida como indicador de motivación hacia este tipo de productos, independientemente del volumen de artículos en la compra, lo cual permitió establecer una escala simple para interpretar la diferente valoración que poseía entre los aficionados los diversos artículos, o sea, su necesidad y la decisión de adquirirlos en base a la capacidad adquisitiva del momento. Esto permitió establecer de forma cuantitativa la mayor motivación de compra para los anzuelos tipo A (131), más baratos y perfectamente funcionales en las pesquerías de agua dulce, donde la corrosión es menos agresiva y los peces de menor peso y potencia al defenderse. Un componente más duradero del avío, las líneas de monofilamento de nailon, obtuvieron un índice de 96, en lo cual influía la escases o ausencia de este artículo en la red comercial local. Por resultar más caros y su demanda en general limitada a los pescadores marítimos, el índice de motivación de compra fue de solo 58 para los anzuelos tipo B, de producción industrial y mayor tamaño. En la caracterización del período debe anotarse, por un lado, el hecho de que no era tan frecuente como después lo ha sido, el hecho de que los aficionados a la pesca recibieran esos artículos por obsequio de amigos y familiares residentes en el exterior. Otros artículos que tuvieron alguna demanda fueron las lombrices artificiales (20 compradores), los carretes de madera (7 compradores). De los anzuelos tipo A, el 43.5% de clientes adquiere entre 5 y 10 unidades (Tabla 5), y de los del tipo B  esa cantidad de artículos la compra el 31% de los que se inclinan por ese renglón (Tabla 6). En ambos casos hay compras desde uno a más de 10 anzuelos. Según muestra la Tabla 7, la compra de nailon de pesca mostró una amplia inclinación por los tramos cortos para aparejar varas criollas (25%) y enrollar “betas” de hasta 50 metros (39.7%) en recipientes cilíndricos de latón y conductos plásticos de desagüe, mayormente para pescar en agua dulce, a veces de modo específico para la trucha, con lombriz artificial trabajada a mano, en lugar de a vara y carrete. De la venta total de línea de pesca, ascendente a  
5 824 metros, compran cargas de más de 100 metros de nailon, solo el 12.4% de los compradores, entre los cuales un llamativo 22.9% adquiere entre 51 y 100 metros.

Hubo demanda a la que no fue posible dar respuesta, entre cuyos renglones el más relevante fue la marcada necesidad de Monofilamento de nailon de 25-30 lb de resistencia, útil para pesquerías que importan bastante en la tradición local, como la de la rabirrubia al vuelo y las que emplean con carnada viva en general. Asimismo hubo solicitud de cordeles de 100 a 200 libras de resistencia, particularmente para aparejar calas del alto (Anexo 1).
Pedidos de avíos de pescar para fines inusuales se constataron y se deja constancia de ellos en el Anexo 2, como usos que la tradición cultural no ha registrado. Representaciones propias del período histórico serán, probablemente, la solicitud de anzuelos usados, para uso ritual en trabajos de religión afrocubana; asimismo, nailon muy resistente para la confección de trampas protectoras de cultivos y crías de animales, y monofilamento de mediana resistencia para coser zapatos y gomas de bicicletas (el vehículo salvador del “período especial”), en un intento de alargar la vida útil de estos artículos, en ausencia de los cordeles tradicionales empleados por zapateros.
En base a los precios de venta en el mercado irregular de los artículos para la pesca fue posible calcular los gastos en que debía incurrir un aficionado para equiparse de modo básico en esa etapa (Anexo 3). Aunque el acceso a los productos probablemente  resultara más crítico que su costo,  no debe pasarse por alto que en el caso de algunas modalidades los gastos previsto podían sobrepasar ampliamente los ingresos por salario mensual.  Una vara criolla podía aparejarse por solo 17 pesos y un equipamiento para pesca costera a línea manual podía completarse por unos $ 225.00 moneda nacional. Pero el pescador debía exprimir sus recursos (vender pescado era una fórmula socorrida) si quería equiparse para mayores empeños.


Anexo 1
Demanda no satisfecha
1- Varas de spinning
2- Carretes de spinning
3- Rapalas
4- Carretes de madera
5- Pollitos artificiales (jigs) amarillos
6- Plomadas
7- Boyas flotador
8- Anzuelos “de fábrica”
9- Anzuelos # 4 y # 5
10- Monofilamento de nailon de 25-30 lb de resistencia.
11- Monofilamento de nailon de 100-200 lb de resistencia.
12- Alambrada “Chipiyama”


Anexo 2
Demanda atípica
1- Anzuelos usados, para su empleo ritual en trabajos de santería afrocubana.
2- Quitavueltas para atar animales, como perros o gallos de pelea,
3- Monofilamento de nailon para albañilería. Preferencia por líneas de 80 libras de resistencia, en colores azul o verde.
4- Monofilamento de nailon de más de 100 lb de resistencia para:
            -Izar jaulas de cazar aves a la altura de los árboles.
            -Trampas y detectores rústicos de intrusos en áreas de cultivos y cría de    animales.
            -Frenos y aceleradores de motocicletas. Operadores de ventanillas de       automóviles.
            -Cosido de telas de malla en casas de cultivo (aceptad desde 80 lb de       resistencia).
5- Monofilamento de nailon de 30 a 40 libras de resistencia para cuerdas de guitarra.
6- Monofilamento de nailon blanco de 30 a 40 libras de resistencia para costura de vuelos ondulados de vestidos de novia y fiestas femeninos.
7- Monofilamento de nailon de 25-27 libras de resistencia como sustituto de cordel para coser zapatos y gomas de bicicletas.


Anexo 3
Costo base del equipamiento de un pescador, según modalidad:

Pesca fluvial a vara criolla
-Vara criolla................................$10.00
-Monofilamento de nailon..........  $2.00
-Anzuelos.....................................$5.00
Total                                                              17.00

Pesca marítimo costera a línea manual
-Carretes (2 al menos)......................................$30.00
-Monofilamento de nailon (400 m)...............$ 160.00
-Anzuelos (10 A + 10 B)..................................$30.00
-Plomadas (10)...................................................$5.00
Total                                                                                      $ 225.00

Pesca marítima desde embarcación a línea manual
-Carretes (5)........................................................$80.00
-Monofilamento de nailon (1 000 m)...............$ 400.00
-Anzuelos (20 A + 30 B).....................................$70.00
-Plomadas (20)....................................................$10.00
Total                                                                                      $ 560.00

Pesca de la trucha a spinning
-Vara + carrete de spinning......................$ 300.00
- Monofilamento de nailon (c/ 100 m).......$ 40.00
-Anzuelos (al menos 5)..............................$ 10.00
-Lombrices artificiales (10).......................$ 25.00
Total                                                                          $ 375.00
*Nota: No se incluye el costo de una balsa, de poliespuma o neumático inflable, imprescindible para esta pesquería. Inicialmente los elementos para este equipo auxiliar pudieron conseguirse como desechos, pero en la medida que su utilidad llamó la atención se convirtieron en productos comercializables.

Pesca a spinning marítimo costero
- Vara de spinning..........................................$400.00
- Carrete de spinning......................................$400.00
- Monofilamento de nailon (300 m)...............$ 120.00
-Anzuelos (10 A + 10 B)..................................$30.00
-Pollitos artificiales (5).....................................$ 75.00
Total                                                                                      $ 1025.00
Nota: No se incluye costo de otros señuelos artificiales, tales como Rapalas, a un costo de alrededor de 7 dólares la unidad, o de modelos artesanales, que comenzaban a producirse, cuyo precio de inicio fue de unos $30.00 en moneda nacional.



NOTAS
1.- Bitácora, La Habana, no. 3, verano 2000, p. 10.

2.- Según un artículo publicado por The Saturday Evening Post el 8 de febrero de 1941 y reproducido en español por la revista cubana Carteles el 23 de marzo del mismo año.

3.- The International Angler, Dania Beach (Florida), Vol. 62, no. 4, July-August, 2000.

4- También se empleaban los cordeles de cáñamo o algodón. Para ver más detalles acerca de este tipo de material de pesca, véase el capítulo tercero del libro Técnicas y peces del aficionado cubano (2014).

5- Ismael León Almeida: “Salvador, el del Aurora”. Sección “Avío Criollo” del blob Cubanos de Pesca (http://avio-criollo.blogspot.com/2013/05/salvador-el-del-aurora-el-privilegio-de.html), 2013.

6- Solar, Tony: The Guide to Hunting & Fishing in Cuba, 1958, página 157.  

7 Carteles, Año 33, No. 18, 4 de mayo de 1952, p. 91. El remitente se nombraba Julio Miró. También señala la poca potencia del motor de embarcaciones que se dedican a la pesca con boyas, que al parecer querían prohibir.

8- Rafael Gastell: "…Y pescamos 5 truchas". Fotos, La Habana, junio de 1952, p. 31.

9- Fotos, La Habana, Vol. 11, No. 120, febrero 1956, p. 31.  

10- En la bitácora manuscrita del yate Tico Pilín, del conocido saxofonista y pescador de agujas Modesto Tico Viada Machado, se lee que en el verano de 1967 fueron capturadas dos peces de pico con hilos del número 9 y del 15, respectivamente (Técnicas y peces del aficionado cubano, capítulo 3).

11- Guía del Pescador 1954, editada por Ernesto Aguilera, Editorial Fotos, S.A.

12- Acerca de Antonino Rodríguez, que dirigió por muchos años un club municipal al oeste de La Habana, véase la entrevista “La verídica historia de un pescador que abandono el mar para irse a pastorear truchas” (Rascasio, La Habana, marzo- abril 1991) en la sección “Galería de Prensa” del blog: http://galeriadeprensa.blogspot.com/
1991/03/la-veridica-historia-de-un-pescador-que.html.

13- Ismael León Almeida: “Blakaman, in memorian: conversaciones con un profesional”. Bitácora, La Habana, No 8, otoño 2001, p. 48.

14- Ismael León Almeida: “Los viejos carretes rusos: «дельфин-8»” (http://cubaspinningclub.blogspot.com/2016/12/los-viejos-carretes-rusos-8-ahora.html).

15- Rascacio, La Habana, Año IV, No. 17, Agosto 1983, p. 12.

16- http://www.cubagob.cu/otras_info/minfar/periodo_especial.htm. Tomado de Internet el 2 mayo de 2009.

17- Rascacio, La Habana, Año 1, No. 3, mayo-junio 1991.

18- Pleno provincial de la FCPD, Ciudad de La Habana, 27 de diciembre de 1992.

19- Reunión ordinaria del Ejecutivo Nacional de la FCPD. Acta No. 27, 27 de noviembre de 1992.

20- Informe al V pleno Nacional de la FCPD. Boca de Camarioca, Matanzas, 23 de junio de 1995.

21- Alberto Puig de la Barca, presidente de la FCPD; Informe al VIII Pleno Nacional, Boca de Camarioca, Matanzas, 20 de junio de 1997.

22- Fidel Castro Ruz: Discurso en Santiago de Cuba, 26 de julio de 1993. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1993/esp/f260793e.html

23- Sol y Son, La Habana, No. 81, No. 6 de 2003, p. 55. Destinos, No. 18, 1ra. quincena octubre 2003.

24- En el verano de 1994, 35 000 cubanos abandonaron la isla en balsas; la mayoría fueron interceptados y concentrados en la base naval de Guantánamo, hasta que se puso fin a la crisis mediante un acuerdo entre Cuba y estados Unidos, hecho público el 2 de mayo de 1995 (“El nuevo acuerdo migratorio EEUU/Cuba dejó resuelto el problema de los balseros”. Cuban Review, La Habana, junio 1995). 

25- Entonces municipio de la provincia Ciudad de La Habana, actualmente La Habana.

26-  Antiguamente municipios de la provincia de La Habana, hoy Artemisa.




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