LOS 200 DE LA VILLA BLANCA

En 1817 esta ciudad fundada con
el título de Villa era un enclave conocido por el toponímico de Punta del Yarey
y sus comienzos se deben a la edificación del fuerte de Fernando VII que
defendía la entrada del puerto. Región de tierras llanas, posee sin embargo
varias elevaciones próximas a la costa, como la renombrada Silla de Gibara, de
307 metros de altura, las que muy probablemente sirvieron de puntos de
vigilancia hacia el mar. La bahía de Gibara, en cuya costa oeste ha crecido por
dos siglos la población, sin duda el accidente geográfico que dio nombre a la
urbe, mientras no poco influye el río de similar denominación, que recorre 50
kilómetros desde las alturas de Maniabón para desembocar en la rada. De tal
paisaje de pesca también nos ha indo enterando el amigo del lugar, que ha
recibido mención en un reciente concurso del blog y seguramente seguirá
aportando crónicas de los peces y pescadores de tan singular ciudad,
prestigiada en lo cultural desde 2002 por su relevante Festival del Cine Pobre.
Al percatarse durante su arribo a
Cuba de cierta impunidad de los corsarios que frecuentaban la costa cubana, el
capitán general José Cienfuegos, pidió ayuda a los habitantes de la Isla y se
dispuso a fortificar los accesos costeros más vulnerables, levantando torreones
y baterías. El avance hacia el mar del terreno al poniente de la boca de la
bahía, y la bravía marejada que bate las costas abiertas, decidieron la
elección del sitio para ubicar el fuerte, en torno al cual creció Gibara,
puesto que se hacía fácil abatir con fuego de artillería a los buques hostiles
desde que aún se hallaban en alta mar, razonaban los ingenieros del ejército.
Vinculada la comarca a la memoria del desembarco de Colón en tierra cubana, un
añejo sentido de lo histórico de algún modo marcó la impronta cultural de la
comarca.
Los terrenos donde se levantó
Gibara pertenecieron en un tiempo a don Francisco Domínguez, a quien los había
cedido el Ayuntamiento de Holguín en 1756. En 1782 el propietario cedió los
terrenos a un hermano llamado Blas, recién casado, para que los habitara,
cultivara y fomentara, constituyendo un hato que contó con las correspondientes
edificaciones de guano y yaguas, o tal vez de embarrado, supone el historiador
Leyva, quien anota que el nuevo poseedor vendería el fundo en 1814 al pescador
don Juan Ramón de Guzmán, quien vivió
muchos años más tarde en la villa de Gibara, una de cuyas calles llevó el
nombre de San Germán, apodo por el que
era conocido el pescador. El 25 de
noviembre de 1816 acordó el Ayuntamiento ceder el fundo al rey, para la
construcción de la fortificación, con lo cual quedó en entredicho la posición
que de él hacía el pescador, pues quien fue convocado a recibir la notificación
fue el propietario original, don Francisco Domínguez. No obstante, don Juan
Ramón de Guzmán donó gustosamente el terreno y pidió únicamente se le incluyera
en la compañía militar que para la defensa del enclave habría de formarse.
Todavía en 1846 residía en el pueblo aquel que al cabo resultaba el verdadero
propietario de la Punta del Yarey en el momento del traspaso, hace constar el
autor de la historia publicada a fines del siglo XIX en la Revista Cubana.
Germen de ciudad sería, en la
fecha de su fundación, lo que medio siglo antes no fuera sino solitario
embarcadero del corral Arroyo Blanco, testimonian antañas escrituras. Una
década después de iniciado el asentamiento, con festejo de misa, orquesta y
comitiva de notables llegada desde Holguín (en primer plano don Francisco de
Zayas y Armijo, criollo santiaguero que fue teniente gobernador de la ciudad
cabecera regional), Yarey de Gibara poseía 14 casas de mampostería y 60 de
guano, con una población de 337 habitantes, y aparecía el nombre actual
identificando aquel puerto en un mapa de 1827 que inserta Humboldt en su Ensayo político sobre la isla de Cuba.
Estaba ubicada la ciudad en una península que avanzaba unos quinientos metros
de la costa, sobre una planicie inclinada que formaban las estribaciones de las
lomas de La Vigía y El Catuco, según lo describe el estudio de Herminio G.
Leyva, titulado “Gibara y su jurisdicción. Apuntes históricos y estadísticos”,
que publicó la Revista Cubana entre
el segundo semestre de 1887 y mediados del año siguiente.
Intranquilidad es palabra que
describe los primeros años del poblamiento de Gibara del Yarey en su tránsito
hacia la condición de enclave urbano. Los piratas actuaban a diario y era el
caso de tenerlos que repeler en la misma boca de la bahía gracias a la
fortificación. Gran trabajo tendrían en aquel entonces las autoridades del
lugar, recibiendo embarcaciones en tránsito que llegaban de arribada por
desperfectos de buques o buscaban protección de casuales perseguidores. En 1820
se reúne el cabildo holguinero para discutir acerca de la situación del poblado
que ya se fomentaba en Gibara, con 21 casas y la propuesta de iglesia, que era
importante atribución de aquellos tiempos, señalando los regidores la necesidad
de instruir en el lugar acerca de violaciones de la ley en toda la zona en
torno de la bahía, y con tales disposiciones continuó la población hasta que se
le dio ayuntamiento en 1823, resultando elegido Alcalde constitucional don Juan
Zaldívar.
El cese del segundo período
constitucional en España hizo retroceder la organización administrativa de la
nueva localidad cubana, cuyas primeras autoridades habían trabajado en el corto
tiempo a su disposición en la solicitud de tierras de cultivo para aumentar la
población, el establecimiento de una junta de beneficencia para socorro a los
indigentes y de una escuela de primeras letras. En lo adelante, ejercieron el
mando civil los capitanes de partido, cuyo estilo autoritario fue criticado en su
momento por el reputado sabio cubano Tranquilino Sandalio de Noda en 1834,
calificándoles de “institución estravagante (sic) y sumamente perjudicial”,
cuyos funcionarios eran culpables de “absurdos y aun delitos” y de manejos
parciales y déspotas. El ayuntamiento de Gibara vuelve a constituirse en 1836,
pero en poco tiempo se restablecen la como autoridad civil los capitanes de
partido.
El historiador Leyva notifica que
el nombre de la villa de Gibara procede del de un arbusto llamado jibá,
voz indígena que según el botánico Dr.
Juan Tomás Roig identifica a varias especies florísticas silvestres del género Erythroxylon, características de
terrenos calcáreos pedregosos, las cuales producen frutos de color rojo muy
buscados por palomas torcaces y cotorras y cuyas raíces poseen propiedades
medicinales. Jibara es también nombre común de dicha planta de dicha planta en
Vueltabajo, dice el autor del Diccionario
botánico de nombres vulgares cubanos. En su explicación, Leyva desestimaba
que el nombre de la localidad guardara relación con la voz jíbaro.
Dando testimonio de uno de los
elementos característicos de la fauna gibareña, Leyva señalaba a finales del
siglo diecinueve la existencia de diversas especies de cangrejos en el litoral,
el blanco o azul, que se criaba en los humedales de la playa, y el rojo que
permanecía en cuevas pedregosas. Relata una corrida de desove de esta última
especie del crustáceo:
“Era un día
del mes de Mayo ó Junio, paséabame por los alrededores de Los Colgadizos,
cuando observé que, procedente de ellos, por la dirección que llevaban, se
dirigía á la playa próxima, un ejército considerable de cangrejos colorados en
estado de extrema preñez; llegaron hasta las líneas donde las olas muertas
lamen la arena, y después de algún batallar con el Océano, soltaron sus huevos
todos. Al oscurecer de la tarde no sólo estaba inundada toda la playa, que no
es pequeña, por los nuevos seres vivientes, sino que también se extendían por todo
el ramblazo próximo á la misma, llegando á las primeras casas del poblado. El
aspecto que presentaba toda la superficie cubierta por millares de millares de
cangrejos de tamaño de una mosca próximamente era sorprendente, más que por su
extensión, por el efecto que producía hormigueando aquella inmensa alfombra
color de escarlata. Vino la noche y con ella desaparecieron los recién nacidos
cangrejos, sin que yo pueda asegurar á dónde fueron a parar”.
Las gestiones para habilitar el
puerto de Gibara para la exportación de los excedentes de producción de Holguín
comenzaron casi un lustro antes de la existencia de la villa, cuyo tráfico
mercantil desempeñó un importante papel en la actividad comercial de la costa
septentrional de la región Oriental de Cuba. Por dicho puerto, cuya
accesibilidad a la ruta de navegación hacia Europa es señalada, se exportaba
tabaco, azúcar, mieles, aguardiente, cera, maderas de construcción, cueros
curtidos, carnes saladas y frutas, entre estas plátanos, piñas y cocos, sobre
todo a partir de 1827, cuando se estableció la aduana. Probablemente su
ubicación en el importante paso marítimo del Canal Viejo de las Bahamas haya
motivado el interés de amurallar la urbe, segunda en la isla en contar con tal
protección militar, luego de La Habana. Las fuerzas mambisas que derrotaron el
poder colonial en Cuba penetraron en la villa de Gibara el 25 de julio de 1898
y en los alrededores del cercano poblado de Auras (hoy Floro Pérez) se llevaron
a cabo los últimos combates de la guerra contra el dominio español en Cuba y
América (Ecured).
De acuerdo con una fuente de la
primera mitad del siglo XX, la región gibareña era productora de caña, maíz,
plátano, frijoles, ganado vacuno y porcino, y poseía yacimientos de cobre,
plomo y oro (Cuba en la mano, página
72). En la actualidad los principales renglones de su economía son la ganadería
y las cosechas de viandas, granos, vegetales, frutas y otros. Cuentan con una
hilandería, un astillero, y otras diversas industrias, un establecimiento pesquero y una “Base de
Pesca Deportiva”, que según el sitio Ecured,
posee “un fuerte potencial productivo de aporta a dicha entidad para el mercado
local”, señalado énfasis hacia una vertiente de aprovechamiento de la flota
recreativa nacional que dura ya una década y desestima en su enfoque el alto
valor de la pesca por afición como recurso a favor del tiempo libre y su
elevada potencialidad como actividad turística que interesaría tanto al mercado
propio como al foráneo.
De acuerdo con datos
actualizados, el municipio de Gibara posee una extensión de 626 km2,
con una población de más de 71 200 habitantes,
de estos 17 000 en la ciudad cabecera. La evolución cultural gibareña es
hoy día respaldada por más de un centenar de centros educacionales, incluidas
dos sedes universitarias y una red de museos. Declarado Monumento Nacional el
12 de enero de 2004, del centro histórico de Gibara se destacan sus
excepcionales cualidades urbanas y arquitectónicas, que caracteriza un singular
trazado urbano, el protagonismo de espacios públicos abiertos y notables
muestras de auge arquitectónico evolucionado en elegantes obras entre finales
del siglo XIX y principios del XX, con predominio de portales, columnas y
frontones neoclásicos, en combinación con patios coloniales, zaguanes y
vitrales típicos de la casa cubana tradicional.
El turismo adquiere protagonismo
en Gibara con la creación de una empresa turística en 2011, y un año después
entraría en funciones el restaurado hotel Ordoño (1926), de 27 habitaciones, con
categoría cuatro estrellas, y cuentan además con el Arsenita y una amplia red
de hostales y restaurantes particulares. La apertura de una ferretería de
artículos náuticos sería noticia que interesó a los aficionados a la pesca,
mientras una ruta de excursiones en catamarán desde el polo de sol y playa de
Guardalavaca ofrecía un atisbo de eficaz visión comercial en la industria del
ocio por parte de ejecutivos locales. Entre las iniciativas en marcha, el
diario Granma elogiaba en 2012 la organización de un evento culinario de
carácter masivo, enfocado al rescate de la cocina autóctona, la dinamización de
la creación artesanal y la calificación del potencial humano dirigido a los
servicios en función de los visitantes.
Mucho mayor potencial
probablemente descubran los gibareños, gracias a su agraciada posición junto al
mar y a las tradiciones que ya sabemos guarda la ciudad, en la medida en que a
la población de la comunidad le sea posible participar directamente en la
gestión, como parte de novedosos enfoques de la economía. Probablemente los
gestores de la industria de la hospitalidad en la provincia de Holguín han
puesto su mirada en las condiciones naturales de la litoral ciudad, el relieve
costero de cuyo paisaje inmediato se caracteriza por pequeñas y pintorescas
playas y rompientes de coral, en sitios tales como Caletones, Playa Blanca, Los
Bajos, u otras dentro del perímetro urbano, que es caso de las llamadas
Boquerón, El Faro o la Playita del Vallado. Cuevas y cenotes se hallan al
oeste. La bahía de Gibara, cuya mayor profundidad apenas rebasa los dos metros
y medio, difícilmente sería tomada en cuenta para la recepción de embarcaciones
de mayor porte, como es el caso de los cruceros ahora nuevamente en auge, pero
es probable que el atraque de catamaranes y pequeños veleros hallaría un muy
dotado destino de excursiones y turismo de vida a bordo. Ahí entraría el
deporte de la pesca, que, una decisión capaz permitiría se desarrollara a
partir del talento local, para dar un producto turístico autóctono y de
beneficio económico directo a la
comunidad. Saludemos con esas expectativas los dos siglos de en la Villa
Blanca.
Bibliografía
Cuba en la mano. Enciclopedia
Popular Ilustrada. (Esteban Roldán Oliarte, Editor). Úcar, García y Cía, La
Habana, 1940.
Ecured Portable v1.5. Centro de Desarrollo Territorial Holguín – UCI,
2011-2012. Revisados los términos “Comercio por Gibara en la época colonial”,
“Gibara”, “Villa de Gibara” y “Bahía de Gibara”.
Leyva,
Herminio G.: “Gibara y su jurisdicción. Apuntes históricos y estadísticos”. Revista Cubana, La Habana, Tomo VI
(1887), páginas 136, 238, 334, 459 y 523; y Tomo VII (1888), páginas 78, 267 y
432.
Noda,
Tranquilino S. de: “Eliminación de las capitanías de partido”, por "El
Guajiro". Diario de La Habana,
No. 195, 15 de julio de 1834, página 3.
Portuondo
del Prado, Fernando: Historia de Cuba.
1492-1898. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1974.
Veloz
Placencia, Germán: “Bicentenario de Gibara. Cada día más cubana”. Granma, La Habana, 16 de enero de 2017,
página 8.
-----:
“Municipio de Gibara. Potencial turístico por explotar”. Granma, La Habana, 15 de febrero de 2012, página 3.
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